Editorial- Grupos

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Flechazos, sentencias y reflexiones que culminan en la perplejidad del lector.

1. La asociación libre fue históricamente el primer acto de espontaneidad del Sujeto ($).
2. El sujeto es portado también por lo macro Ccc y lo micro Icc. Lo micro Ccc y lo macro Icc.
3. El yo está estructurado al modo de la Colonia de corales.
4. En un grupo el significante ya no representa un sujeto para otro significante, sino a una subjetivación.
5. Cada subjetivación conecta, intrínseca o extrínsecamente , con la totalidad del organismo.

Roy Jacob
http://www.psroyjacob.blogspot.com

INTERVENCIÓN EN UN SEMINARIO DE EPIS I Claudio Cabral

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Intervención en el seminario de Jorge Rodríguez-Solano de la Cátedra EPIS I (UNR)

Claudio S. Cabral
22/09/10


La clase comienza con la lectura de una pequeña biografía de Jorge Debravo, y la lectura de su poema “CREDO”

Claudio Cabral: Bueno, como es reciente mi encuentro con este poema, hace menos de unas horas, gracias a una compañera de trabajo…… he pensado algunas cosas… me han despertado algunas reflexiones en relación a lo que venimos trabajando y a lo que hace al trabajo de la pulsión de muerte. Pero me gustaría saber, o dar lugar a ver qué les resonó a ustedes, qué pueden… es como una propuesta de pensar un poquito en voz alta… si se les ocurre algo con esto que leí…

Alumna: por la historia de vida que el tenía, poder escribir eso era, me parece muy… significativo, ¿No? porque si sufrió tanto poder creer en el amor, creer en las personas, creer
Otros alumnos: inaudible
Claudio C.: ¿Tipo el amarás a tu prójimo como a ti mismo?
Alumno: hay que creer para ver, ver para creer (inaudible)
Claudio C.: bueno, a ustedes se les ocurrió bastante… (Risas)
Alumno: inaudible
Claudio C.: ¿Alguien quiere decir algo mas?... A mi lo que me resonó, a grandes rasgos, a pesar de que es una poesía bella , como muy empalagoso, me sonó como una cosa muy pegoteada. Y pensaba en que teníamos que hablar hoy de la pulsión de muerte. A veces pensamos a la pulsión de muerte como “algo malo” como algo que podría ser mortífero. Lo que más me llamó la atención fue el modo en que él (Jorge Debravo) muere: un accidente. Por supuesto que no vamos a hacer de esto psicología ni interpretaciones salvajes, pero esto me disparaba lo que plantea Lacan como la Tyche. Como pareciera que se trataría de un encuentro, Lacan le dice encuentro con lo real, como un accidente, como algo con lo que el sujeto se encuentra sin tener nada que ver. Entonces Lacan dice por ahí que si alguien llega a la sesión contando el accidente que le impidió llegar a la cita, es decir llegar a la sesión, no le crean tan rápido, dice Lacan, ¿no? es decir, no crean a pie juntillas los accidentes que cuenta que impiden al sujeto el encuentro con su propia cita. Entonces ese accidente me hizo pensar en esto. No estoy diciendo que se trate de eso, pero a partir de ese accidente yo pienso ese encuentro fortuito, azaroso, con lo real, donde pareciera que no tiene nada que ver el sujeto y lo que vamos a plantear a partir del psicoanálisis es que sí podría tener algo que ver y después podremos ver de qué manera puede tener algo que ver.
Entonces lo mortífero, al momento de pensar la pulsión de muerte, no sería la pulsión de muerte en sí, sino lo que Freud trabaja en “el yo y el ello” como dos conceptos que son fundamentales como el de mezcla y desmezcla pulsional. La mezcla pulsional tiene que ver con la trenza que se da entre pulsión de vida y pulsión de muerte. Y en la desmezcla también podemos situar un goce que puede llegar a ser mortífero. Freud habla, me parece que en “El malestar en la cultura” de un ejemplo sobre los cuerpo espines que cuando hace frío se tienen que acercar para darse calor, pero no demasiado porque se lastiman. Entonces: mucha separación se muere de frío, demasiado cerca también…
Alumna: nos lastimamos.
Claudio C.: nos lastimamos ¿No? Entonces, lo empalagoso que escuchaba en ese poema me parecía que tenia que ver con demasiado amor, demasiado Eros, demasiada vida sin esa pulsión que vendría a cortar y a poner límite a ese Eros que también pude ser mortífero para el sujeto.
Bueno, si nosotros hablamos de la pulsión de muerte, la situamos como la bisagra de lo que va a ser la segunda tópica de Freud que se articula con la primera tópica. Ahí tenemos una bisagra. En “Introducción del narcisismo”, Lacan dice que introducción del narcisismo puede ser introducción a la segunda tópica; o sea que tenemos una introducción a la segunda tópica, y una bisagra. Mi idea es mantenernos un poco ahí esta noche, con esto que Freud se va encontrando, que es el juego del niño.
En el juego del niño Freud encuentra que hay una repetición que no tiene que ver con el placer. Porque encuentra que el niño repite algo que jamás, en ningún momento fue placentero. En el texto se trata de la partida de la madre, la ausencia de la madre como un hecho traumático para el sujeto, que en sí mismo no lo es. Es decir, que se vaya la madre, o cualquier hecho que nosotros podamos situar como traumático, en si mismo no lo es sino para el sujeto que lo vive. No sé si me explico, que se vaya la madre en sí mismo no tiene estatuto de trauma, si no hay para el sujeto una consecuencia de esa ausencia.
Entonces dice Freud que el niño, el nietito ha logrado el mayor logro cultural… no se si leyeron mas allá del principio de placer, o estoy hablando de algo desconocido para ustedes…
Alumno: un poco conocido… parcialmente
Claudio C.: ¿Para los demás?
Alumno: inaudible
Claudio. C.: sí, un carretel. Un carretel que dice Freud, justamente no lo usaba como juguetito, porque lo que se esperaría…
Alumna: porque lo que hacía era tirar el carretel y decir “ahí va”

Claudio C.: exactamente, si. Entonces Freud dice que lo común que haría un niño es jugar con el carretel como si fuera un autito. No le daba ese uso al carretel, sino que… bueno, se los leo como lo dice Freud: “Al fin (está en la página 15 por si alguien quiere seguir el texto) al fin caí en la cuenta de que se trataba de un juego y que el niño no hacia otro uso de sus juguetes que el de jugar a que se iban. Un día hice la observación que corroboró mi punto de vista. El niño tenía un carretel de madera atado con un piolín. No se le ocurrió por ejemplo arrastrarlo tras si por el piso para jugar al carrito sino que con gran destreza arrojaba el carretel, al que sostenía por el piolín, tras la baranda de su cunita con mosquitero; el carretel desaparecía ahí dentro, el niño pronunciaba su significativo ‘o-o-o’, y después tirando el piolín volvía a sacar el carretel de la cuna, saludando ahora su aparición con un amistoso ‘Da’ (acá está). Ese era, pues, el juego completo, el de desaparecer y volver. Las mas de las veces sólo se había podido ver el primer acto, repetido por si solo incansablemente en calidad de juego, aunque el mayor placer sin ninguna duda, correspondía al segundo”. El de la aparición… lo interesante acá es que el niño acompañaba el primer movimiento del carretel con un “o-o-o” que significaba un fort y la aparición con un “acá está”. Fort-Da. Ese juego, es un juego inaugural, ¿Inaugural de qué?
Alumna: de la ausencia-presencia de la madre…
Claudio C.: Exactamente, se trata de una inscripción de la ausencia a partir de la repetición. La repetición tenía como fin una ligadura.
Alumna: ¿Una que?
Claudio C.: Ligadura, ligar. Ligar en el sentido de una representación puesta sobre un hecho traumático. Ese hecho traumático que digo: significado por el sujeto como hecho traumático.
Otra de las cosas con las que Freud se encontró es con las neurosis de guerra en la que el sueño parecía que no cumplía esto que Freud dice en “La interpretación de los sueños” que todo sueño es una realización de deseo. Entonces ¿Qué realización de deseo puede ser soñar una y otra vez con lo mismo, con el mismo hecho traumático, cuando, dice Freud, la realización de deseo podría ser soñar cuando por ejemplo la pierna está curada? No es que el sueño no va a ser más una realización de deseo, sino que lo que va a decir Freud ahí es que el sueño no está cumpliendo su función. La función del sueño es la realización de deseo. Con el hecho traumático deja de cumplir su función. Podríamos decir: está haciendo otra cosa. Esta otra cosa que hace el sueño es el intento de ligar, es decir de poner representaciones sobre este hecho que se aparece en bruto, que se aparece como real, como siempre igual.
Entonces hasta 1920 Freud viene trabajando con que el aparato se regía por el principio de placer, que tiene que ver con mantener la menor excitación posible para el aparato, una carga constante, y que estaba regido por ese principio. Con lo que se va encontrando ahora es con que hay un “mas allá” de esa lógica, y ese mas allá es anterior al principio de placer. El mas allá del principio de placer se aparece como anterior y constitutivo del principio de placer.

Con el principio de placer nosotros situamos las formaciones del inconsciente. Es decir: hay represión, hay inconsciente reprimido, hay un retorno de lo reprimido mediante síntomas, chistes, lapsus, es decir hay una economía de las representaciones que son: condensación y desplazamiento. Esto va a llevar a Freud a definir en “El yo y el ello”, a definir al ello de ésta manera: lo reprimido es inconsciente, todo lo que nosotros decimos reprimido tiene el estatuto de inconsciente, pero, dice, no todo lo inconsciente es reprimido. Por lo tanto hay algo que también consideramos inconsciente, es decir que no está a disposición del yo, ni del pre-consciente, que es inconsciente pero que no está bajo la lógica de la condensación y el desplazamiento. Eso que no está bajo las leyes de metáfora y metonimia, de condensación y desplazamiento es lo que sitúa como más allá del principio de placer. ¿Se entiende?
Entonces a mí me parece que se abre la posibilidad de pensar, llevando esto a la clínica, una intervención que iría por el lado de la lectura de las formaciones del inconsciente: ahí situamos la interpretación, el juego de palabras. Y habría otro trabajo que no va a tener que ver sólo con interpretar los dichos, con interpretar los lapsus, sino que habría otro trabajo que atañe a más allá del principio de placer en tanto el más allá del principio de placer se muestra. El inconsciente, podríamos decir de ésta manera: dice. El inconsciente habla y con el mas allá del principio de placer, muestra.
Alumna: pone en acto.
Claudio C.: Exactamente. Lo decía muy claro el profesor en una de las clases, por lo menos yo lo escuché: cuando alguien se equivoca y dice una palabra que no quería decir, entonces inmediatamente dice yo no quise decir eso. Es como que se des-dice. Dice y se desdice. Pero está dicho. Entonces la dimensión inconsciente reprimida se caracterizaría de alguna manera por el decir: “no lo quise decir pero lo dije”. En cambio eso que viene de otro lugar, que también es inconsciente pero no reprimido, no lo dice sino que muestra. En ese sentido yo pienso que ese poema, como es una obra de arte, no podría estar interpretado, no podría ser posible de interpretación como un lapsus, un chiste o un sueño. Sino que se trataría de leer aquello que muestra el poema, la poesía.



¿Qué pasa cuando alguien dice una palabra y se desdice, o dice una palabra y no continúa sosteniendo con una segunda palabra esa primera palabra que anticipó? ¿Se entiende lo que estoy diciendo?
Hay un trabajito que hice que se llama “Ablehnung” que quiere decir en español “desautorización” ahí yo pongo un pequeño extracto de una sesión de análisis, de una paciente que está en análisis, donde hablando, venía hablando de su profesora, de cierto malestar que había con una profesora en una clase en particular que la tenía que cursar. Y dice que por el descontento con esta profesora, dice algo así como yo no participo en clase, le muestro decía, le muestro mi desacuerdo no participando en la clase. Porque la profesora los obligaba a trabajar con un libro que era, justamente un libro que había publicado ella. Después reflexiona y dice: aunque mis participaciones en clases son contadas. Entonces pregunto: ¿Contadas por quien? Esa pregunta me parece que introduce la posibilidad de la polisemia propia de toda palabra, que podría hacer decir un poco mas de lo que se dice cuando uno dice mis participaciones en clases son contadas. ¿Qué dice esta persona después?: ¡Cuando digo contadas quiero decir que son pocas! Desautorizando esa posibilidad de hacer decir, de que contadas puede decir algo mas. No sé si me explico ¿Si?
Ahí me parece que hubo un adelanto, un adelanto del sujeto en tanto yo pienso que si hay algo que cuenta los actos del sujeto… ¿Qué es? ¿Qué les parece a ustedes?
Alumno: como un ideal…
Claudio C.: claro, la idea que, por lo menos cuando uno se pone a escuchar escucha con cierta grilla de lectura, ¿no? cuando alguien dice mis participaciones son contadas ¿En qué piensan ustedes si han leído introducción del narcisismo? “ahí ella va a participar en la clase”
Alumno: que está reprimiendo…
Alumno: que está evitando decir algo que quizás querría decir…
Alumna: mis participaciones son contadas… pero no puede decir que es ella la que cuenta las participaciones…
Claudio C.: si, es como que está mostrando cierta división ¿No? por lo menos tenemos eso, que hay una cierta división.
Alumna: no se hace cargo de que ella es la que no participa. No puede hacerse cargo…lo que hago, es un yo pero no me doy cuenta…. o me doy cuenta de lo que estoy haciendo pero no me quiero hacer cargo, o no puede. (poco audible)
Claudio C.: sí. Lo que yo pensaba es que esto mostraba cierta división, como dice la compañera. Hay alguien que hace algo y hay alguien que lo cuenta. Por lo menos hay dos instancias. Una instancia que participa en la clase, y una instancia que cuenta las participaciones del sujeto en la clase. Esto me hacía pensar en la idea del superyo.
Freud en introducción del narcisismo dice que hay una instancia, que no nos debería sorprender encontrarnos con una instancia interna que vigile los movimientos del sujeto en tercera persona, como dice la compañera. Entonces el sujeto escucha esa cierta voz que pareciera que va nombrando lo que el sujeto va haciendo. No me acuerdo exactamente lo que dice Freud en introducción del narcisismo, pero la idea es esa instancia que va diciendo “ahora ella va a pasar la calle” “ahora el se va a poner la corbata” una cosa así…
Alumno: ¿no tiene que ver con algo que dice del sujeto parafrénico…? (audio poco claro)
Claudio C.: Exactamente, con la paranoia, ¿no? donde la voz en la paranoia no viene como interior, como esa vivencia interior que dice la compañera: yo lo hago e interiormente yo mismo pienso lo que estoy haciendo. La vivencia psicótica esa voz vendría más de afuera, oída como más de lo real.
Bueno, entonces yo decía que pensaba esto como un superyo. Como que aquello que cuenta los pasos del sujeto es el superyo. Y también en que para plantear el superyo Freud necesitó “Más allá del principio de placer”, que para plantear la división del aparato psíquico en yo, ello y superyo fue necesaria la introducción de más allá del principio de placer. Por lo tanto pienso que esa instancia tal vez tenga algo que ver con este más allá del principio de placer. ¿Sí?
Un antecedente del superyo es lo que Freud llama en introducción del, perdón, en la interpretación de los sueños: la censura.
¿Han leído esa parte de la censura en la interpretación de los sueños? Freud pone ahí un apólogo… ¿Cómo?
Alumna: ¿La instancia crítica?
Claudio C.: sí, la instancia criticadora. En la interpretación de los sueños, después del texto ese del Tío José, del sueño del tío José, Freud compara a la censura con un funcionario devuelto impopular, es decir que no cuenta con el apoyo del pueblo. Entonces dice que la posición del autócrata es otorgar a ese ministro, que sería el censor, que sería el antecedente, en la primera tópica, del superyo; dice que ese funcionario, ese censor, sabe que tiene que contar con el apoyo del pueblo, pero al mismo tiempo sabe que tiene que hacer como si esa opinión pública no le interesa. ¿Si, se entiende la posición del censor?
Los llevo así a “el yo y el ello”. El superyo necesita la colaboración del ello, perdón, del yo, para producir la represión. El yo es un auxilio es alguien que puede mandar a reprimir una representación. Por lo tanto cuando el yo esta con cierta disponibilidad, dice Freud, puede muy fácilmente inhibir cargas del ello. Tiene que contar con el apoyo del superyo. Otra cosa es cuando el yo entra en conflicto con el superyo. Eso que decía la compañera: una instancia crítica y una instancia criticadora. Que se la puede escuchar en la melancolía. La melancolía es esa identificación del yo con el objeto perdido. Donde el yo es escindido porque la sombra del objeto cae sobre el yo. Entonces el yo es el objeto perdido. Esa identificación total con el objeto produce una división en el yo. Bueno, y ahí Freud explica por ejemplo la cuestión del suicidio como matar el objeto que ahora es yo.
Esto para mostrar esta posición del funcionario, del censor, que tiene que contar con la opinión pública y al mismo tiempo hacer de cuenta que no. Uno podría decir, la dinámica entre superyo y yo. Esto que plantea Freud que para dar cuenta metapsicológicamente de una noción hay que tener en cuenta lugares, tópica, dinámica y económica. Resulta que el pueblo está en posición de revuelta con éste funcionario y produce una primera palabra, una primera palabra de protesta que dice: ¡Abajo el ministro! En ese primer tiempo de revuelta ¿Qué hace el superyo?
Alumna: inaudible
Claudio C.: Claro, digamos, es el pueblo quien está diciendo ¡Abajo el ministro!
Alumna: inaudible
Claudio C.: El superyó dice: ¡Callate! ¿Si? Entonces por eso yo pensé, ¿Por qué esta paciente no continuó asociando en relación, que lo ha hecho varias veces, es decir es una de esas pacientes que habla, que asocia y que trabaja, que hace trabajo analítico, entonces yo me preguntaba si no estaría en esa cierta posición de censor con la pregunta ‘contadas por quién’? ¿Se entiende? Porque no continuó un trabajo analítico, sino como que hubo una cierta apelación de yo a yo. “¿No me entendes lo que te estoy diciendo cuando digo contadas? Vos no me entendes ¿No? de yo a yo, especularidad.
Entonces hay algo que interrumpe el mensaje del sujeto, interrumpe este mensaje que tiene que ver con la verdad del sujeto. Con cierta verdad, con cierta posición del sujeto frente al Otro. Para decir lo que pienso en relación a esto: quien cuenta su carrera universitaria son sus padres, y demasiado de cerca. Yo me preguntaba si no había actuado una manera censuradora, en tanto el sujeto no continúa hablando, en tanto el mensaje quedó interrumpido.
Esa estrategia del superyo frente a esta primera palabra de revuelta ¡Abajo el ministro! es cortar el mensaje. El sujeto queda callado. Ahí podríamos situar esta angustia frente al ridículo, la angustia a no decir de más, no hablar por temor a quedar en ridículo, es decir ¿cómo poder decir que no a alguien?
¿Qué puede hacer el sujeto? Quedarse callado, censurado. Dice una opinión, recibe una sanción del censor y no habla más. (Silencio)





Pasado cierto tiempo el sujeto podría volver a decir, nuevamente, ¡Abajo el ministro! volver a mantener la revuelta. Esto deja al censor, al superyo, anonadado. Queda el censor, de alguna manera, sorprendido, anonadado. Entonces el mensaje esa palabra produce la sorpresa del censor, y como ve que el sujeto insiste en ese mensaje, le pregunta: ¿Qué quieres? Ya no se trata de un censor perseguidor, sino que se trata de un cierto vacío. Que es lo que Lacan sitúa como la pregunta que le viene al sujeto del Otro, como ese vacío que le viene al sujeto del Otro ante el “Che vuoi?” que tiene que ver con la angustia, con ese vacío de respuesta en el Otro respecto a qué lugar ocupo yo para el Otro.
Alumno: ¿hay un deseo de reconocimiento ahí?
Claudio C.: Sí puede ser. ¿Cómo sería?
Alumno: se angustia (inaudible) se angustia porque no hay respuesta de que vos estas (confuso)
Claudio C.: Exactamente. Porque en el primer tiempo había un diálogo, una cierta relación imaginaria, de yo a yo podríamos decir, entre el pueblo y el Soberano. El soberano contestaba: el pueblo decía abajo el ministro el soberano decía callate. Lo perseguía, había una relación por lo menos de persecución. En este segundo tiempo ya el superyo, el censor, o el soberano hace un vacío, hace un hueco. Le pregunta qué quieres, cuál es la protesta, es decir: ahí es donde el sujeto se ve en la necesidad de sostener un deseo propio, entre comillas. ¿Se entiende lo que estoy diciendo?
Alumno: ¿el superyo estaría en posición de angustiarlo, reprimirlo, callarlo…?
Claudio C.: si, me parece que se trata, en lo que estoy tratando de decir, es todo el trabajo que tiene que hacer el sujeto para sostener una palabra propia. Un mensaje propio sin el apoyo imaginario de ese perseguidor. ¿Se entiende? Con lo que se encuentra el sujeto es con ese vacío que tiene que ver con cierta pregunta de qué soy para el Otro. Ese “Che vuoi?” es lo que sitúa Lacan como raíz de la angustia. Que, nosotros trabajamos la primera vivencia de satisfacción en la primera tópica, donde el niño es alimentado por el Otro, el niño tiene la necesidad, el Otro asiste, con el alimento. Entre la primera y la segunda huella de satisfacción hay una diferencia donde situamos el deseo. Ahora, ¿Por qué el Otro me da de comer? ¿Por qué el Otro me cuida, por qué el Otro espera que viva? La pregunta, esa que vos contas, ese vacío que se hace tiene que ver con la falta de respuesta de no saber qué lugar ocupo para el Otro ¿Se entiende? Eso dice Lacan es lo que podríamos pensar como masoquismo primario. Porque Freud en “Pulsión y destinos de Pulsión” se pregunta qué es primero el masoquismo o el sadismo ¿Se acuerdan “Pulsión y destinos de pulsión? ¿Ahí qué responde? ¿Qué es primero masoquismo o sadismo?
Alumna: (inaudible)
Claudio C.: ¿El sadismo dice?
Alumna: si
Claudio C.: ¿Y en qué sentido el sadismo es primario? Ahí usa las tres voces gramaticales donde en un primer momento el sujeto, el sujeto como sujeto de la acción, pega. Entonces en un primer momento: yo pego. En un tiempo intermedio, dice: me hago pegar. Todavía no es masoquismo ¿Por qué? porque es masoquismo en el tercer tiempo cuando hay otro agente que pega y yo como objeto: soy pegado. Vuelve a establecerse la relación sujeto-objeto mediante trastorno hacia lo contrario y la vuelta hacia la persona propia. En ese sentido el sadismo es primario.
Ahora bien, esto que estamos situando como la angustia de no saber qué objeto soy para el Otro lo podríamos situar como masoquismo primario ¿Sí? Para que haya constitución subjetiva, para que haya esta ruptura y esta pérdida de la organicidad, de la animalidad, no es cierto, y una constitución subjetiva es necesario pasar por ese tiempo de masoquismo primario ¿Se entiende? Es decir, es necesario que el niño que nace ocupe un lugar, un lugar valioso, que sea valorado por el Otro para que pueda vivir. Si una madre no ha hecho las operaciones psíquicas necesarias para poder alojar un niño…. Seguramente no lo va a alojar (risas). Justamente como decía el profesor, hay niños que terminan en un volquete; y esa pregunta que por ahí en los examenes no siempre es contestada correctamente: ¿Es natural el deseo de ser madre en las mujeres?
Alumnos: murmullo
Claudio C.: ¿No? ¿No es natural? Es decir, no siempre el Otro puede alojar al sujeto. No siempre el Otro puede tomar como objeto a ese niño que nace para constituirlo, para libidinizarlo. En ese sentido lo que yo quiero aclarar es esto: situar el masoquismo como primario y como necesario…
Alumna: como una instancia necesaria
Claudio C.: como una instancia necesaria de ser, de ocupar el lugar de objeto en el fantasma del Otro.
Alumno: que el Otro de cuenta de vos, que vos puedas existir.
Claudio C.: Si, si
Alumno: ahí se constituye el narcisismo primario.
Alumno: inaudible
Claudio C.: dejo que me peguen ya estaría más del lado de cierta posición perversa podríamos decir, como le llama Freud en Pulsión y destinos de pulsión. A este masoquismo, al masoquismo de ser un objeto para el Otro, es decir estar sujeto al capricho del Otro ¿Se entiende? Ser objeto del Otro es decir estar sujeto al capricho materno bajo el cual el sujeto podría perderse. En la psicosis, lo que generalmente se plantea es justamente que no hay algo que haya sacado al niño del lugar de su majestad, el bebé.
Alumna: de ese lugar….
Claudio C.: De ese lugar, que es un lugar valiosísimo y maravilloso para el Otro, que vuelve omnipotente al Otro.
Alumno: inaudible
Claudio C.: ¿Cómo sería eso?
Alumno: inaudible
Claudio C.: exactamente, es decir, la falta, va a hacer falta que la falta sea de alguna manera producida.
Alumno: inaudible
Claudio C.: bueno, en el sentido de que si uno, si el niño que nace no es un objeto valioso que pueda ser alojado por el Otro, no hay vida. Un bebé, digamos, un bebé que no es valorado…
Alumno: tampoco hay vida si no es sacado de ahí, hay psicosis si no es sacado de ahí.
Claudio C.: Exactamente pero eso ya sería otra cosa.
Varios: inaudible
Claudio C.: ¡Exactamente! Lo que no habría es posibilidad, por esa inermidad, de que el sujeto sobreviva, viva, si no es valorado por Otro que lo cuide.
Alumno: inaudible
Claudio C.: Si… el marasmo me parece que se llama….
Alumno: inaudible
Claudio C.: Bueno, a ver, me parece que la operación que es necesaria que ocurra es que el sujeto pueda faltarle al Otro. Y esto pienso que es lo que muestra el Fort-Da. De qué manera el Otro puede ser descompletado, de qué manera el Otro, la madre, no, pueda irse a hacer otras cosas y estar un tiempo… sin el hijo. Pero esa es la operación siguiente. La primera operación es ser todo para la madre. Pero si es siempre todo para la madre nos quedamos en una psicosis ¿No? entonces hace falta que también en cierto momento no sea todo para la madre ¿Si? que a la madre le falten otras cosas además del niño. Y eso no es natural, eso no es evolutivo. Lo que esta diciendo Freud es que ese juego con el carretel es en ese sentido inaugural. Hay algo que el Otro podría perder, que con este tirar el carretel y volverlo a hacer aparecer, tirar el carretel y volverlo a hacer aparecer, que en esa repetición se está constituyendo ese objeto que es necesario que caiga del Otro. Lacan va a decir que ese objeto carretel es una parte que se desprende del sujeto sin dejar de ser bien suyo, pues sigue reteniendolo. Ese sería un segundo momento en que el sujeto ya no es el falo de la madre.
J. Rodríguez-Solano: inaudible.
Claudio C.: me parece que cabe aclarar que no siempre tenemos que hacer esa ecuación suicidio igual a pasaje al acto o pasaje al acto igual al suicidio. Porque puede haber pasaje al acto que no sea un suicidio necesariamente o puede haber suicidios que no sean un pasaje al acto. Lacan en un momento define el suicidio como el único acto verdaderamente logrado. Hay suicidios que son éticos. Y hay suicidios que a veces en lugar de un pasaje al acto pueden ser un acting-out. Digo como para poner cierta…. para no hacer una soldadura: ah se suicidó, es un pasaje al acto.
Rodríguez-Solano: cierre del seminario, inaudible.


Biblio-grafía



Debravo, Jorge

-Poema “Credo” http://www.poemasde.net/credo-jorge-debravo/

-Biografía leída de Jorge Debravo: http://www.los-poetas.com/k/biojorge.htm

Freud, Sigmund:

-La interpretación de los sueños Cap IV la desfiguración onírica. Tomo IV Pág.:163 Amorrortu Editores
-Introducción del narcisismo Tomo XIV Amorrortu Editores
-Mas allá del principio de Placer Cap. II Pág.: 15 Tomo XVIII Amorrortu Editores
-El yo y el ello Tomo XIX Amorrortu Editores

Lacan, Jacques

-El Seminario libro 11 “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” Clase V Tyche y automaton Pág.: 63, 70, y siguientes.
-El Seminario libro 26 “La topología y el tiempo” Clase 9 del 8/05/79: Alain Didier-Weil. Inédito.

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Puntualizaciones en la intervención de ALAIN DIDIER-WEIL del 8 de mayo de 1979, en el seminario 26 “La topología y el tiempo” de Lacan
Claudio Cabral



-Su trabajo no tiene la calidad de un escrito.
- Transmitirá el encuentro de dos enseñanzas: la de Lacan y la del diálogo analítico.


-Las elucubraciones se impusieron en el marco del dialogo analítico.
Esas elucubraciones eran inscribibles por un lado en el grafo. Inscribiéndose, inscribían una relación articulada entre la topología y el tiempo. (Tema del seminario de este año)

-Esa articulación entre la topología y el tiempo se soporta en una localización: dialéctica de la palabra del sujeto hablante en tanto que habitado por un cierto ritmo temporal, ritmo de tres tiempos como el vals, que exigiría finalmente que el sujeto tenga que contar hasta tres para decir una palabra.

-Ese ritmo de tres tiempos le parece inferible de la existencia de tres superyo.

Cada superyo representa sincrónicamente y diacrónicamente una etapa necesaria de franqueamiento para que advenga la palabra.

LO QUE VA A INTENTAR DEMOSTRAR:
Habría un primer superyo del cual la función sería ordenar al sujeto “no dirás una palabra”,
Un segundo superyo del cual la función sería “no dirás dos”
Y un tercero del cual la función sería “no dirás tres”.

Tomará un hilo: el apólogo de Freud en la TRAUMDEUTUNG, donde es la primera vez que introduce el término censura (ancestro del superyo).
El apólogo va a permitirle demostrar: en qué la división del sujeto es inferible de una división del superyo.

-En este apólogo Freud compara el superyo, el censor, con un soberano que reinaría sobre sujetos, y sujetos que estarían en posición de revelarse, de sublevarse contra un ministro devuelto impopular, causa de revuelta. Los sujetos tienen a su disposición su revuelta y tienen un saber elemental: el rey, el censor (superyo) está en una posición de un saber de otra estructura, dado que la posición del rey es la siguiente: es que el sabe que debe contar con la opinión publica, pero sabe que debe hacer como si esa opinión publica no contara para él, es decir, que si quieren esquemáticamente, la revuelta estalla con el grito “Abajo el ministro”.
Lo que dice Freud:
1) el censor para apaciguar la revuelta funciona como alguien que no consideraría que esos sujetos estén representados como sujetos por ese significante “Abajo el ministro” y hace como si esos sujetos hablantes no existieran como tales sin que sea eso una provocación, y responde, se podría decir, un mensaje invertido, siendo esa respuesta el hecho (manojo de paja o esparto encendido) de que promueve al ministro a una distinción superior, es decir que responde en el límite con “Arriba el ministro”

-El sujeto dice una primera palabra: “abajo el ministro”. El superyo acomodaticio dice: una palabra pasa, pero no insistes. Una palabra eso va, pero no una segunda.

LA ESTRATEGIA DEL SUPERYO: “Arriba el ministro” (la inversión del estado inferior yoico. Lo que introduce el campo de la denegación en la medida en que la censura esta aliada con el yo-moi en ese nivel). Este “arriba el ministro” tiene por efecto suspender el mensaje del sujeto “abajo el ministro”
El mensaje ha sido interrumpido, y el sujeto va a cerrar el pico. Esa estrategia del superyo es operante en que esa respuesta de la censura tiene el poder de interrumpir el mensaje del sujeto.

-El mandato superyoico no representa al sujeto para otro significante.
El superyo tiene la particularidad de oponerse al comandante que seria un comandante con galones, en oposición al comandante de división que, si da una orden, por mas feroz que fuese y aunque quisiera aproximarse a una orden superyoica no lo consigue.

-1) comandante con galones
-2) comandante de división

Si se suscriben a la orden del comandante de división, es para obtener vuestro permiso.

Pero si obedecen a la conminación superyoica están en esta posición: ¿Qué es lo que hace que ante algunos que encuentro, que me dicen una palabra, por tonta que sea eventualmente, estoy en la imposibilidad radical de contradecir, es imposible decir no? (un analizante suyo lo decía así).

Hasta aquí: la censura ha dejado pasar una primera palabra. Lo importante es comprender: que por una vez eso pasa, pero no insista.

-Ese “no insista” es la raíz de la dimensión que coge al sujeto: la angustia del ridículo.
Entonces el sujeto se desdice, se retracta y está en posición de culpabilidad. La culpabilidad es ceder a la responsabilidad, es decir a la aptitud de responder.

La censura no queriendo que la primera palabra sea confirmada por una segunda palabra, eso a lo que la censura pone obstáculo, es que el sujeto encuentre en él el punto de más allá desde donde puede sostener el primer dicho que adelantó.

-El sujeto habiendo dicho una apalabra, no pone en duda que es un sujeto hablante. La censura va a tener otra estrategia: va a tomar el sesgo de volver al sujeto dudoso, es decir que el sujeto es puesto en posición de ser confrontado con otro que esta en posición de sospecharlo.

¿Cuál es la diferencia entre un sujeto sospechado y un sujeto supuesto?
Un sujeto supuesto es un sujeto que es eventualmente supuesto poder sorprenderles.
Un sujeto sospechado, es un sujeto del cual nada sabría sorprender viniendo de él, dado que se tiene del sujeto sospechado una prevención. Por mas que diga, eso será integrado en alguna parte y no tendrá nada de sorprendente.

Este censor está muy próximo del “no incauto” (el hecho de no poder ser sorprendido necesita en él el desarrollo de una inteligencia importante dado que tendrá respuesta para todo, nada sabría sorprenderlo) porque está en la posición: “no me tendrás, no me la haces, por mas que digas sé donde situar lo que tienes que decir, y en esa posición de desconfianza, de sospecha, te vigilo, no seré sorprendido”.

-Una de las funciones decisivas de la censura (al considerar a ese prevenido que es el sujeto para ella) es prevenir toda posible sorpresa viniendo de él y en particular despojar de su intensidad lo que llama el significante de alto valor psíquico, y ese significante de alto valor psíquico es el significante que es la causa del sueño.

En torno del significante de alto valor psíquico va a centrar este trabajo.

El problema de la censura es que su función es sobre todo prevenir al sujeto contra el hecho de que pueda acceder a ese estado de fading, de anonadamiento por ese significante de alto valor psíquico, que es pues despojado de su eficacia.

UN POCO DE FICCÍON:

II: NO INSISTA (el sujeto desistió, no ha insistido)

¿Cuáles son las condiciones que permitirían a la primer palabra dicha, ser retomada?

-Luego de un tiempo de borramiento (effacement) del sujeto, de silencio se produce una segunda palabra, por la cual el sujeto retoma su revuelta: “Abajo el ministro”.

Esa segunda palabra no se escribe en el mismo lugar en el grafo (no en I, sino en II), es decir: no es la misma palabra (aunque sea la misma palabra) porque está situada topológicamente de un modo totalmente diferente.

-¿Cuál es el impacto de esa segunda palabra, de esa reanudación de la revuelta, cuál es su impacto? ¿Qué es lo que ocurre cuando se sitúa en ese piso superior del grafo, es decir cuando retoma el hecho de que se y haya desdicho y que no se desdice en un primer tiempo? Es el comienzo de la perceveración.

HAY DOS ELEMENTOS QUE CONCURREN A LA PRODUCCIÓN DE ESA SEGUNDA PALABRA:
- hay la reanudación de la insistencia de repetición, es decir de la producción de ese mas allá desde donde el sujeto puede responder de su primer dicho
- luego hay de inmediato el hecho de que esa relación de orden imaginario con el censor, que toma como punto de apoyo el odio del perseguidor y que representa un puto de apoyo para el sujeto, esa relación especular del “no me tendrás, no me harás callar, soy yo quien tendría la ultima palabra”

Una vez que la palabra una segunda vez ha sido dicha: “Abajo el ministro” lo que ocurre es que el censor que decía “no lo dirás dos veces”, el censor está objetivamente anonadado (sidéré). Que el censor este anonadado objetivamente se traduce por el hecho de que el sujeto deshabitado por la censura que lo deshabita literalmente, y ese vacío que se hace en él por el hecho de que la censura lo deshabita es el sujeto que recibe de ella el contragolpe debido a que aquella está anonadada. Debido a que bruscamente la consistencia del otro (censor) que estaba allí para sostener una relación persecutoria, de censor desapareciente (disparaissant), el sujeto de golpe es el que recibe el contragolpe y el contragolpe que llamo del anonadamiento.
En el vacío que se produce por el anonadamiento de la censura, en ese vacío, en ese momento, va a dejar el campo al surgimiento efectivamente de algo nuevo, radicalmente sorprendente y asombroso que es, LA VOZ que Lacan ha llamado en alguna parte “mugiente” (magissante) del “Che vuoi?”, es decir, que la censura está anonadada.

EL TERCER SUPERYO: el contragolpe de ese anonadamiento forma el tercer superyo. En ese vacío constituido en ese momento, el sujeto oye este “Che vuoi?” y lo que aparece como totalmente nuevo es que este “Che vuoi?” ya no tiene mas la consistencia de un censor persecutorio, este “Che vuoi?” no es alguien que responde, que da respuestas como un censor, dado que la respuesta enigmática y sorprendente (trueno), es que este “Che vuoi?” da una respuesta que es una pregunta: “Che vuoi?”
El origen de este “Che vuoi?” es el significante del Otro, que está en relación con el significante del Nombre-del-Padre. En ese momento todo ocurre como si ese significante del Nombre-del-Padre cayera (chutait) en lo real.
Ese “Che vuoi?” funciona en ese momento como ese significante de alto valor psíquico que Freud pone en la raíz de la causa del sueño y este “Che vuoi?” pone al sujeto en ese momento en posición de sostener su deseo con otras coordenadas que aquellas por las cuales lo sostenía cuando por ejemplo había tomado su revuelta aquí: (III).

El perseguido era un punto de apoyo, que si era inconsciente estaba cuanto menos articulado a la estructura del yo (moi), dado que la censura y el yo trabajan en colaboración.
LA PREGUNTA QUE ES REENVIADA AL SUJETO: “Bueno, acuso recibo del hecho de que has insistido y ahora ¿Qué es lo que vas a hacer?... ésta insistencia… ¿Vas a poder sostenerla con una tercera palabra? ¿Un tercer significante que hará que a ésta insistencia la trasmutes en perseverancia (perseverare diabolicum-compulsión de repetición demoníaca)?
El censor estaría en posición de decir: “por una vez, paso” el error no es grave, una palabra. Allí donde eso deviene grave es si la insistencia se trasmuta en perseverancia.


El efecto del significante anonadante “Che vuoi?”

Es localizable, ese significante anonadante, en numerosos escritos de Freud. Es localizable en la Traumdeutung, pero sin que Freud haya creado un lazo entre sus diferentes manifestaciones. Lo sitúa detrás del sueño, en particular el de “la monografía botánica”, lo sitúa como ese significante de alta intensidad psíquica causa del sueño.

En el primer capítulo de “Psicopatología de la vida cotidiana”, el ejemplo de “Signorelli” que está fundado sobre la represión del significante “Herr”, que encarna en tanto significante del padre muerto, esta cuestión del “Che vuoi?”

Es localizable ese significante anonadante en los chistes: la carcajada estalla por una dialéctica que Freud llama anonadamiento y luz. En un primer tiempo el oyente recibe la palabra, y antes de estallar de risa, antes de que la metáfora cumpla su trabajo, hay un tiempo de anonadamiento donde el sujeto está en suspenso. Freud usa la palabra: VERBLUFFUNG (fulminado, asombrado, anonadado, desconcertado, aterrado, estupefacto, aturullado). Es decir, una posición subjetiva por la cual el sujeto estaría atacado de imbecilidad o quedaría sin palabras.
Tres direcciones se imponen para ese significante:
1- surgimiento de una manifestación inesperada en lo Real (la naturaleza de lo que va a manifestarse parlêtre): por lo sidéreo, por el trueno, por el rayo, el sujeto se encuentra sombrado, fulminado, anonadado.
2- el sujeto cae del lugar simbólico en el cual se sostenía equivocadamente entre dos significantes. Cae de un modo univoco que es el objeto a en lo Real. Reagrupa significantes que evocan la respuesta del sujeto a esa manifestación en lo Real. ¿Dónde cae? En tierra: está aterrado.
3- Señalar el momento de inmovilidad, estúpida, a la cual es reducido el sujeto una vez fijado en tierra: imposibilidad de desplazamiento por la cual el cuerpo, no más que las palabras, no pueden ser dicho, por lo que el sujeto queda interdicto.

Luego de este “Che vuoi?” temible, el sujeto puede abdicar. Tiene todavía tiempo (es el caso de Freud cuando el “Herr” terrorífico surge en un primer tiempo) y luego se encuentra poder insistir y prolonga su insistencia y al desafío del “Che vuoi?” no le queda mas que una voz, y la articula y la articula aquí (en IV). Es el momento en que el sujeto por tercera vez dice: ¡Abajo el ministro!

Esta tercera vez es siempre la misma palabra, pero que está situada en coordenadas totalmente distintas de aquellas que le han hecho decir: ¡Abajo el ministro! Nro. 1; Nro. 2, en esto que interviene hay esa inversión del “Che vuoi?” del cual la fórmula es ¿Qué quieres tu? Esa inversión que parte de aquí al nivel de la demanda donde el sujeto está en posición de preguntarse: Me pregunto lo que quieres y contiguo llegando hasta el fantasma: lo que es je.

A nivel del fantasma hay dos flechas divergentes y que el franqueamiento es posible con la producción de esta tercera palabra escrita por Lacan S (A) (símbolo), y que la producción de ese significante, tercera palabra, tiene esto de absolutamente enigmático. Es una palabra que incita a algo radicalmente enigmático porque empeña al sujeto a no desistir de una promesa en cuanto a su deseo, una promesa que tiene esto de enigmático: no es un juramento que tiene un contenido explícito, ella es promesa de no sabe qué, sin simplemente sostener ese deseo sin saber incluso lo que es.
Tres tiempos internos deben ser franqueados para que el sujeto articule la palabra en la que empeña la existencia de su ser. (Esa cuenta se hace sola, como el toc-toc-toc).

EL SEGUNDO SUPERYÓ: fascinante, el superyo del “Che vuoi?” como anonadante. El superyo procede de la estructura de una mirada (por mirada no es necesario entender algo que tenga una relación cualquiera con el órgano de la visión).
MIRADA: Lacan lo articula en el seminario 11: un sujeto puede estar bruscamente bajo la mirada del Otro en tanto que sorprendido en el bosque o al acecho; es un ruido o un crujido que se imponen a él como la dimensión de una presencia mirante (regardante)


El primer superyó: es el superyo medusante (médusant), superyo fascinante. Ese superyo medusante diría: “Ni una palabra” (I). Este superyo medusante se lo podrá señalar como siendo lo que está activo en el universo de algunos psicóticos: bajo esa medusa que es su Otro. Bajo la medusa el sujeto es petrificado, ya no hay mas tiempo, no hay diacronía, para toda la eternidad es coagulado (pierde la disposición del movimiento del lenguaje o el cuerpo). El sujeto se considera invisible en tanto que sería mirado desde todas partes (pequeño Dick, seminario II). Escuchen a los esquizofrénicos que cualifican esa mirada que llega de todas partes, son mirados por lo animales, por todas las personas que cruzan el subterráneo, por el sol, por las estrellas. Esa mirada sería el superyo mas feroz, el mas arcaico que hay, que no da la posibilidad de una palabra, dado que bajo la mirada del Otro dice: “Sé todo de ti, no tienes nada que decir, porque mi mirada funciona como ese saber absoluto”, el sujeto no está ya en la dimensión de una suposición cualquiera en su relación al Otro.
¿Aquí podría pensarse la función del engaño (la mentira) propia del significante, que salvaría al sujeto de esa mirada del Otro? En tanto si le puedo mentir al Otro, si lo puedo engañar, ya no sabe todo, ya no ve todo…. (Claudio).

La presencia superyoica que Freud aísla en el psicótico, en “introducción del narcisismo” es una presencia mirante.

¿Cuál es la diferencia entre el superyo fascinante y el superyo medusante?

El superyo fascinante: está limitado en el espacio y el tiempo. El sujeto puede desprenderse de esa mirada fascinante, la puede quebrantar en la temporalidad. Espacialmente: el sujeto es mirado desde un lugar que él ve, que es localizable.
Ejemplo: El sueño de la inyección de Irma, comentado en el seminario II. Es esa mirada fascinante bajo la cual se descompone Freud cuando Irma boquiabierta le ofrece su garganta abierta, se puede decir que esa boquiabierta le dice: “¡Mira… te miro!” y bajo esa mirada que sale de esa boquiabierta Freud durante todo un tiempo es el objeto de una fascinación de la cual se desprenderá, por el hecho de que ese superyo fascinante va a poder ser castrado por un cierto proceso, es decir que va a poder ser castrado, interrumpido, y Freud podrá pasar a otra cosa.
En la fascinación, en ningún caso Freud es sorprendido. Está fascinado, no obstante no está sorprendido dado que lo que él ve es algo del orden de la contigüidad, es algo del orden de lo extraño no inquietante, demasiado familiar para que esté sorprendido.

El superyo anonadante: el “Che vuoi?” encarna una presencia mirante, con la diferencia de que no se trata de una mirada que sería visible para el sujeto, sino que en ese momento el sujeto sería mirado desde un lugar que él no conoce, no sabe desde dónde es mirado, es una mirada que introduce al Otro como radicalmente invisible. En el significante anonadante, lo que anonada es que allí el sujeto es radicalmente sorprendido y esa sorpresa ocurre debido al hecho de que la especularidad, lo imaginario, estalla.

DIALECTICA TOPOLÓGICA:
Ahora quisiera prolongar esta dialéctica diacrónica por la cual se puede pasar de un superyo a otro con una cierta dialéctica del sujeto, e intentar rendir cuentas de una dialéctica topológica.

La identificación llamada primordial, por incorporación está en la raíz del superyo… ¿De qué manera rendir cuentas de la dialéctica entre incorporación del significante del nombre del padre y metáfora paterna, metáfora del significante del nombre del padre?

1 la incorporación como presidiendo el origen del superyo feroz: el niño en su forma mas precoz, mientras que dirige al Otro esa demanda de otra presencia simbólica, en ser reconocido, en fin, del reconocimiento de una presencia; cuando el Otro en ese nivel es desfalleciente, en el nivel del reconocimiento simbólico, se puede decir que el niño suple a esa falta de satisfacción simbólica, a es versagung que suple a esa deficiencia del don por la incorporación del objeto, es decir que sustituye a la satisfacción simbólica una satisfacción del orden de la necesidad (besoin), de la tendencia.

Otra metáfora encarnando al superyo: lo señala Spitz: el juego en que el niño ríe con el adulto que se enmascara y desenmascara. La función de la máscara es encarnar la presencia de la mirada, pero si bajo esa mascara hay una segunda máscara lo que aparece en el niño es algo del orden de la angustia ¿Y esa angustia por que?
Porque le es revelado que mas allá de la mascara, no hay mas allá y está entonces en presencia de una mirada irreductible frente a la cual no puede mas que responder por ese proceso totalmente enigmático de la incorporación. Se puede señalar la incorporación de la palabra (ancestro del superyo precoz) como la incorporación con toda verosimilitud, de la mirada.

Otra metáfora del superyo mirante: el ciego y el paralítico. Es efectivamente el ciego el verdadero amo yoico y superyo del paralítico…

2 ¿De qué modo rendir cuenta de la dialéctica entre incorporación y represión primaria?
Señalo al menos tres incorporaciones:
A) una incorporación PRE-edípica (bejahung / Austossung)
B) una incorporación edípica: incorporación del padre omnipotente privador de la madre
C) una incorporación post- edípica que marcaría la resolución del complejo de Edipo, que correspondería a la incorporación de ese padre que es el autor de haberlo hecho tan mal.

Estas incorporaciones tienen diferentes destinos: ser puntuada cada una por una cierta represión primaria.

El destino del padre muerto va a dar nacimiento al espectro. Entre el ancestro y el que vuelve hay una dialéctica muy particular: reversibilidad. (Ver seminario 25).
El movimiento de “va y viene” que hay entre el espectro y el ancestro se manifiesta por el hecho de que: hay el padre muerto, en un primer tiempo el alma va a quedar aquí abajo, ella no quiere largarse, queda allí, se demora allí, y el por qué, es la cuestión que abordamos.
Ocurre que el alma en pena del padre muerto, es maligna y peligrosa. Hay toda una serie de ritos que lo incitan a que se una a la isla de los muertos, el mas allá. En Durkheim esta escrito de un modo bastante bonito: hay trayectos incesantes. El espectro está allí durante un tiempo, los ritos son realizados. el se las pica a la isla de los muertos (1) realiza un segundo retorno, vuelve porque no le agrada la isla de los muertos, vuelve nuevamente a vagabundear; nuevamente son hechos los ritos y vuelve a partir (2). Ocurre que vuelve una segunda vez, y en fin, si los ritos son ejecutados perfectamente vuelve a partir (3) por tercera y ultima vez a la isla de los muertos, de donde no regresará.
Ven que hay una reversibilidad entre ancestro (significante del Nombre-del-Padre en tanto que asumiendo su función simbólica) y espectro (retorno en lo Real). El retorno en lo Real bajo una forma que ya no es aquella del significante, sino de un objeto que podemos calificar de objeto a.
Ancestro y espectro: hay dos movimientos ambivalentes que cada uno sostiene y que son comparables, pero que deben ser diferenciados. Cada uno de los dos encarna un interés y un movimiento de repulsión. Pero ese interés y esa repulsión son de una estructura totalmente diferente a causa de las diferencias de topología.

EL ANCESTRO
Movimiento de interés: veneración, respeto, éxtasis en una cierta comunión con él.
Movimiento de repulsión: terror sagrado, del orden del anonadamiento, el asombro más radical en cuanto ese más allá que es invocado en la plegaria, por ejemplo. Aunque jamás ese más allá se manifieste en lo Real. El verso de Prevert: padre nuestro que estáis en los cielos… permanece ahí... Porque si viene a caer en lo Real es la catástrofe, es ese anonadamiento y ese mugido del “Che vuoi?”

EL ESPECTRO
Movimiento de interés: curiosidad, atracción. El encuentro con el espectro no suscita asombro porque es algo que en el fondo el sujeto se espera siempre reencontrar. El sujeto no cesa de esperar ver retornar en lo Real esa presencia que espera todo el tiempo ver manifestare.
Movimiento de repulsión: algo del orden de la angustia. Tentación.

A partir de allí se pueden hacer dos lecturas del Che vuoi?
El espectro: separa al sujeto del pequeño a.
El ancestro: el sujeto cae en posición de pequeño a, debido al hecho del anonadamiento por el significante Verbluffung.

El Che vuoi?...
Puede encarnar la angustia por aparición. O la otra función de anonadamiento por el significante de alto valor psíquico, calificado por Freud, el significante de la verbluffung.
Entonces, el sueño de la inyección de Irma, y el comentario que de él hace Lacan (ver seminario II) ofrecen la posibilidad de situar esos dos reales: El Real que encarnaría el ancestro, como siendo lo que está mas allá y que no se manifiesta al sujeto (verwerfung) y este Real que es del orden de lo que se manifiesta por el sesgo del que vuelve, espectro (Werfen).


La conciencia del neurótico es una mala conciencia en que es un producto de un mal inconsciente que no llega a simbolizar todo, no llega del todo a simbolizar, y es este resto en el fondo quien despierta, quien nos provoca insomnio o quien nos impide reprimir mas adelante.

TIEMPOS EN EL SUEÑO DE LA INYECCIÓN DE IRMA

Primer tiempo: Freud fascinado, angustiado por la mirada que se posa sobre él. Freud, no responde a ese Real (no se despierta). Esa angustia, esa fascinación va a dejar lugar al anonadamiento por lo que se puede decir que ha habido una castración en la mirada fascinante que está sobre él. Castración que va a ser operada por la activación de un mas allá del principio de placer. Y ese anonadamiento que va a suceder a la angustia, diría que se introduce según la dialéctica del chiste: anonadamiento y luz.

Freud va a hacer una suerte de chiste: va a articular ese significante S(A) por la puesta en juego de esa presencia que está en él cuando todo está perdido. Dado que bajo el efecto de ese Real horrible y angustiante que se muestra en él, él se disuelve, todo se desvanece y en el momento en que todo se desvanece, no encuentra mas que algo que lo sostiene bien: trimetilamina: Luego de la venida inesperada de ese anonadamiento del Che vuoi? Se podría decir que ese mas allá solo ha podido responder a la acción disolvente del pequeño a en lo Real en tanto que ese mas allá es lo Real mismo del inconsciente...

Opone dos reales que mantendrían entre ellos una reversibilidad. El sueño de Irma nos permite fijas las cosas del modo siguiente: esos dos reales están particularmente presentes en el sueño mismo.

En el texto del sueño,
primer tiempo: hay la garganta de Irma, disolución de Freud, hiancia de la garganta de Irma
Segundo tiempo: no está en el sueño pero que está en una nota al pie de página. Ese segundo real corresponde a una segunda hiancia que Freud nos indica como el relevo de su principio de placer que está disuelto, y es segunda hiancia es aquella que resurge en el ombligo del sueño (unerkanate, lo imposible de reconocer) de la represión originaria.
Esas dos hiancias que están en el sueño de Irma, y bien de esa segunda hiancia brotaba esa trimetilamina en esa relación con el primer real.

RENDIR CUENTAS TOPOLÓGICAMENTE DE ESAS DOS HIANCIAS:
Torsión del Toro: (Seminario 25) con la ayuda de Contardo Caligaris.
-Dibujar dos toros.
Uno representa ese mítico adentro bueno. Otro el mítico afuera malo.
En el toro del afuera malo se hacen dos agujeros y se crea una costura*: el toro asestossong werfung, porque se trata de un Real que no es el Real en el cual estamos acostumbrados a reconocer las causas de una forclusión irreversible, se trata de ver en qué algo de la forclusión, preclusión o de los werfung sería reversible.

El afuera malo el adentro bueno, la torsión. En verde se dibuja lo que sería un agujero simbólico en lo Real, en rojo el agujero Real en lo Simbólico.
La particularidad de estos dos toros es estar separados y ligados al mismo tiempo por dos agujeros. (La costura* metaforiza la ligazón).

Al proceder a la torsión invaginando por el agujero puesto en común el toro del afuera malo en el del adentro bueno, luego de la torsión los dos agujeros del principio se reencuentran separados uno de otro por la torsión (no ya abiertos uno en otro: articulación en la que se soportaría el superyo arcaico). Adecuando el agujero Real en el agujero simbólico, podría metaforizar esta nueva articulación en la cual se soportaría el segundo superyo, que así substituiría al primer superyo debido a una represión originaria del significante fálico, represión de la cual la torsión sería el soporte y que permitiría pasar de ese primer superyo arcaico al segundo.
El segundo superyo encarnaría eso que queda de lo Real del primer superyo luego de la simbolización.
Lo que sigue es especulación…
Lo Real subsiste pero de un modo mas simbolizable. Se podría con el tercer superyo continuar la operación, es decir, ir hasta el punto de reducción ultima de lo Real, ver hasta donde la represión primaria pudo llegar a escodar en lo Real, a articularlo.

Concluir con algunas consideraciones sobre el Significante del Nombre-del-Padre

Antes que Lacan haya introducido el problema de la metáfora del Nombre-del-Padre en el seminario sobre “Las formaciones del inconsciente”, lo introdujo en una reflexión sobre la función del aburrimiento (ennui).
Se me ocurrió que el aburrimiento se podría articular en relación a lo que intento decir hoy. El aburrimiento es lo que se produce cuando un sujeto ya no es apto para la sorpresa, para el asombro (verbluffang), del anonadamiento.

Los niños no conocen el aburrimiento en absoluto. ¿Qué es lo que hace que un sujeto pueda perder la aptitud para el asombro, para ser sorprendido y conocer el aburrimiento?
En el aburrimiento accedemos a una percepción dolorosa de la repetición. La repetición se da en nosotros bajo el sesgo de lo monótono y por esa dimensión de lo monótono lo que se produce una correspondencia con algo del orden de la usura (usure) de la metáfora paterna.

Las metáforas se gastan: un chiste produce efecto por un tiempo, un chiste se gasta, una vez gastado el es monótono. El desgaste de la metáfora, el efecto de ese desgaste se produce bajo el efecto del impacto de esos significantes que persisten en lo Real y que son corrosivos para la metáfora. Ese desgaste esta ligado a la aparición del desecho en nuestro universo.
Por ejemplo: un síntoma, el olvido de Freud de la palabra Signorelli: Freud no logró metaforizar el significante de alta intensidad psíquica “HERR” y no habiendo llegado a simbolizarlo ¿Qué es lo que ocurre?
Ocurre que lo queda son desechos metonímicos. Dado que la metonimia es algo del orden del desecho, de la contigüidad y es algo que esencialmente no sorprende. Nada menos sorprendente que la contigüidad, en la medida en que reenvío de otro a otro, a otro que no se escribe jamás con mayuscula.

La usura de la metáfora está ligada a la aparición de nuestro universo de desecho, que ese desecho sea del orden subjetivo con lo que se llama la culpabilidad o el pecado, o que sea incluso la aparición de ese desecho que es nuestro propio cuerpo en la medida en que a nuestro propio cuerpo en la perspectiva de ese aburrimiento o de esa monotonía, lo que le ocurre es que puede ponerse sometido a una ley, que sería la ley exclusiva de lo Real, quiero decir la ley de la gravedad: que nuestro cuerpo se ponga a manifestarse por el hecho de que él pesa, porque no estaría sometido mas que a la ley de la gravedad. Ven allí la acentuación de la función de ese desecho que es nuestro cuerpo.
Totalmente opuesta cuando el cuerpo esta sometido a ese otro Real que es este del significante que lo aligera.

Es el mismo padre muerto quien está en el origen del significante del Nombre-del-Padre y a la vez del superyo, de ese superyo persecutorio, casi melancólico, dado que la incorporación en el fondo que hace mas del padre, el duelo que hacemos del padre en tanto que es o que sería ese individuo inacabado que por habernos hecho mejor que eso, es un duelo imposible que linda con la melancolía.
Lo que ocurre en la religión totémica es que el significante sabe de entrada lo que ha incorporado: es el padre. Esto para diferenciar las religiones de posesión (o chamánicas) donde el sujeto es poseído por un espíritu, no sabe cual, no es más que en un tiempo ulterior que la divinidad va a nombrarse y declamar sus insignias.
Pues, no va de suyo saber cuál es el padre incorporado.

CONCLUSIÓN:
La metáfora paterna tiene por función sostener una antinomia. Es aquella que consiste es suscitar un exceso de energía pulsional que desborda toda palabra, toda nominación (el mana de lévi Strauss) y al mismo tiempo que consiste en no ceder a ese movimiento de una fuerza vital que quisiera emanciparse, no pertenecer mas que a si misma, en la frescura de una inocencia recuperada.

El significante del nombre del padre funda el excedente pulsional en tanto que no cediendo al hecho que lo funda y si cede vemos la emancipación de esas fuerzas (experiencia psicótica).
Cuando no cede puede ocurrir que el sujeto alcance conforme al “grato” que es también la forma en la cual el parletre puede trabajar, para utilizar el efecto de la insistencia de ese exceso puntuándolo sobre el mismo punto desde donde en el insiste ese exceso, mientras ese exceso nacido en la falta de significante acepta, vuelve sobre el mismo y procede a la nominación, a la metaforización pues de ese significante siempre nuevo por el hecho de no cesar por no encontrar el punto desde donde insiste.
¿Qué devendría nuestro trabajo si fuera endurecido por un superyo previniente de la función del asombro?
Proferir enunciados de los cuales la consistencia no ha de ser concedida por la conciencia, no ha de ser concedida por el cuidado de la elaboración secundaria de contradecirse, sino por aquel de no desdecirse…

EL HOSPITAL Y UNA DECISION DE HACER LUGAR AL DOLOR (de existir) por Claudio Cabral

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El hospital y una decisión de hacer lugar al dolor (de existir) 1

Buenos días. En primer lugar quiero agradecer a los organizadores de éstas Jornadas por el espacio que nos han brindado para poder presentar ante ustedes, nuestro trabajo. Que no intenta ser una enseñanza, sino que se propone como una transmisión, como un intento de hacer pasar para ustedes, algo de nuestra practica, aquí en el Hospital Provincial.

Antes de comenzar con mi trabajo, quiero aclarar que con respecto al trabajo que mi compañera acaba de exponer, me referí a la “sonrisa boluda del ángel” como algo que dice de la escucha de Natalia respecto a su paciente, por poder ponerle ese nombre de “ángel” al caso, cuando el sujeto se encuentra ahí bajo esos significantes meduzantes, petrificantes…

Bueno, comienzo:

Cuando un paciente se acerca a pedir un turno a un psicólogo, cuando recurre a un profesional, es porque “algo” viene a buscar. Viene a buscar algo que tal vez no sabe qué es. Pero viene. Ya sea que esto nos ocurra en el consultorio privado, o como en nuestro caso, en una institución pública, como nuestro Hospital Provincial.
El hecho de que sea en este hospital y no en otro, que pide un turno, ya supone una elección por parte del paciente, una elección por el hospital en si, ya que no sabe muchas veces, hasta después que le dan el turno, el nombre, por ejemplo, del profesional que lo va a escuchar.

Esto nos pone frente a una problemática a pensar y a tener siempre presente, que es: el lugar que puede tener la escucha de un psicólogo en el hospital. ¿Cuál es el lugar y la función del psicólogo y del servicio de psicología en el hospital?
Podríamos pensar ahí varios matices: uno, que es algo diferente que el resto de los servicios que existen en el hospital. Si no ofreciera algo diferente no habría razón para que existiera. Jugando con las palabras, podríamos decir que el servicio de psicología es lo que no es dermatología, es lo que no es enfermería, es lo que no es psiquiatría, es lo que no es toxicología, etc. Sin embargo aun existiendo éstas diferencias, no deja de ser necesario un lazo, un vínculo con los demás servicios que hacen a la institución que es el Hospital Provincial.

Esta diferencia que marca el servicio de psicología no es algo abstracto, ni esta en el aire, sino que está en los hechos, es decir, en las palabras, en los dichos. Entonces de esa manera el servicio de psicología es soporte de lo que llaman “transferencia a la institución”, que es lo que mencionamos con la elección del hospital en si. A nosotros, psicólogos, nos toca dirigir y soportar el paso de la transferencia a la institución a la transferencia al nombre propio del psicólogo. Pasaje que requiere todo un trabajo en tratamiento.

Volviendo a la diferencia entre el servicio de psicología y los demás servicios, y situando esta diferencia en los hechos del decir, vamos a pensar un episodio en que un paciente irrumpe en el servicio de psicología diciendo:
-vengo a que me atienda una psicóloga
-¿Te acordas el nombre de tu psicóloga? ¬_le pregunto_
-Una psicóloga cualquiera. Es la primera vez que vengo.
-¿Te atendiste antes en otro servicio de éste hospital?
-si, en traumatología.
-¿Cómo hiciste para que te atiendan en traumatología?
-saque un turno en ventanilla y después me atendieron.
-Bueno, acá es igual que para traumatología. En ventanilla podes sacar un turno y te vamos a atender.

Antes de utilizar este pequeño episodio, conviene aclarar que no escuche una urgencia en este paciente, por lo que me permití indicarle que puede sacar un turno y esperar a ser atendido.
En este episodio hay muchas cosas a tener en cuenta. Me voy a limitar a marcar la diferencia en la que vengo insistiendo. Ya que esta persona en supuestos y en hechos hace una diferencia entre un servicio y otro ¿Por qué en el servicio de psicología lo íbamos a atender sin que saque turno antes? Si en traumatología saco turno. En psicología también hay reglas institucionales, encuadres y pasos a seguir como en todo el hospital.
Sin embargo es otra cosa, suponemos, lo que ha captado el paciente. Podemos suponer que irrumpir sin turno a pedir atención va más allá de un simple desconocimiento de las normas burocráticas de la institución. Porque no irrumpió sin turno en cualquier servicio, sino en Psicología; y esto, muy precisamente esto, es lo que ofrece el servicio de psicología: un supuesto-aloje-diferente. Hay un supuesto de que aloja diferente, y ese supuesto produce efectos como el hecho de la irrupción de éste paciente.
Es decir, es un servicio entre otros, que mantiene lazos con estos servicios, pero es diferente a los otros, en tanto aloja diferente ¿Qué es lo que aloja diferente? El dolor (de existir). Se supone que dentro del hospital, el psicólogo va a poder decir algo diferente sobre ese dolor (de existir) ese sufrimiento que padece el paciente.
Y lo que se busca, lo que se pide en psicología es un abordaje distinto al medico, al orgánico. Si los análisis de sangre dan bien, los estudios médicos dan bien, debe ser otra cosa, que vaya al psicólogo! (risas en la sala)
Entonces el paciente, o la paciente vienen y comienza a hablar. Una y otra vez, sesión tras sesión, semana tras semana. Habla. En el hospital con el psicólogo. Y el psicólogo se va dejando tomar por lo que escucha, es afectado por lo que escucha. Y es afectado al modo de los avatares del comienzo de un tratamiento, por ejemplo, como el que voy a comentar a continuación…
En la residencia de pregrado hacía lo que se llama entrevistas de ingreso, que consistían en algunas entrevistas con el paciente: debido a que al hospital suelen concurrir personas atravesadas por diversas problemáticas graves como adicción, intentos de suicidios, violencia familiar y todo eso. En las entrevistas de ingreso se decide si el caso es de urgente atención o puede esperar. De allí también la importancia del lazo con los demás servicios, por si fuera necesario un trabajo en equipo guiado por un ideal interdisciplinario, ya que a veces los pacientes vienen derivados de otros servicios. Podría ocurrir también la interconsulta, que es otra cosa que la derivación.

Bueno, resulta que entre la primera y la tercera entrevista de ingreso con una paciente, me recibo de psicólogo y quedo legalmente autorizado para tomarla en tratamiento. Tratamiento que aun hoy se sostiene.
En esos momentos, entre el acto de recibirme y el acto de decidir dejarme tomar por ésta paciente como su psicólogo fui respondiendo a sus preguntas casi por inercia: sos joven, ¿Qué edad tenes? Tengo 24. ¿Ya estas recibido o sos estudiante? Me recibo el martes… etc. Etc.
Fui configurando para ella un joven, recién comenzando, casi sin experiencia, alguien a quien podría manipular más fácil que a un profesional mas experimentado…y así controlar mi quehacer…es decir: un hijo. Y la transferencia no es ninguna otra cosa más que eso: me ha tomado por su hijo. No es este el lugar para mostrar las razones de ésta afirmación. Lo traigo solo para mostrar el modo diferente en que se hace lugar al dolor en el servicio de psicología.

En otro caso puedo marcar cómo eso diferente que diría un psicólogo sobre el sufrimiento de un paciente, una respuesta que tal vez el paciente no esperaba, puede hacer trastabillar su tranquilidad.
Pienso en una paciente que sacó turno, pero para su hija. Siempre lleva sus hijos a los médicos, al nutricionista, les hace hacer análisis de sangre, iba de acá para allá con sus hijas y las mayor de las veces los resultados de los exámenes era buenos. No tenían nada… ¡las hijas! (risas en la sala).
Durante la primera entrevista con esta madre, en un momento dice: yo hago todo por mis hijos, los llevo al médico, voy a las reuniones de la escuela, quiero que sientan que la madre está. No como yo que nunca tuve a mis padres, nunca tuve una muestra de afecto de ellos…
Y comienza todo un relato de su infancia y de los reproches a sus padres. Le hago escuchar que ella merece tener un lugar donde trabajar todas esas cuestiones, ya que no es poca cosa que todavía sufre por eso. Dice que no quiere venir, que no le dé un turno para ella. Le marco que cuando se trata de sus hijos no escatima en consultas, viajes y tiempo, pero cuando se trata de darle lugar a sus asuntos, a sus cosas, da un paso atrás.
Reconoce entre lágrimas, que siempre es así. Que no entiende por qué siempre da todo para los demás y nunca piensa en ella. Ahí decido cortar la entrevista y accede a comenzar un tratamiento con un colega.

Lo que quise transmitir, para ustedes, es nuestro modo de hacerle lugar al dolor. Modo de hacer, que no excluye un permanente dialogo e intercambio con los demás profesionales de nuestro hospital; haciendo de éstas jornadas un tiempo y un espacio fecundo para intercambiar y pensar.



Ps. Claudio S. Cabral





Nota:
1-En el 2008 el servicio de psicología del Hospital Provincial, lanzó una invitación a todos los profesionales que sosteníamos una práctica allí, a participar en las Jornadas de los inicios de la práctica en el Hospital General.
Para dichas jornadas, escribí un trabajo que se llama “El Hospital y la decisión por el psicoanálisis”. Tanto el título como mucho del contenido de ese trabajo fueron cambiados y modificados por las autoridades del Servicio de Psicología. Tanto, que tuve que reescribir el texto y tratar de hacer pasar mis ideas y el producto de mi trabajo a pesar de las censuras. Por ejemplo, no querían que en el título apareciera la palabra psicoanálisis y ellos la reemplazaron por “hacer lugar al dolor” y para recuperar algo de la enunciación del titulo original le agregué entre paréntesis para denunciar la censura “de existir”. Ese trabajo concierne a lo largo de todo el trabajo, tanto es así que finalmente quedaron dos textos: el original, y el que tuve que producir a partir de la censura por parte de los organizadores de las Jornadas.
El original se llama “El hospital y una decisión por el psicoanálisis”, texto censurado y de cuya censura produje “El hospital y una decisión de hacer lugar al dolor (de existir)”

Neurosis Obsesiva entre finito e infinito - Roy Jacob

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después de todo
la muerte es sólo un síntoma
de que hubo vida

Mario benedetti


En el reino de éste todo menos uno, el infinito de posibilidades solo se hace finito con la muerte. (Leonardo Basán)

La muerte es lo que barra el conteo y permite un limite, organiza y posibilita lo finito, y con esto la contingencia y la diferencia. Aquí el obsesivo desespera, se vuelve un buen contador, creyendo que así podría no ser finito, para demostrar que entre el uno y el dos habita el universo.

La hipótesis de que “el infinito de posibilidades solo se hace finito con la muerte” se vuelve reversible para él: “lo finito se vuelve infinito con la muerte”.

Un paciente refería que en cada diálogo con su interlocutor realizaba un conteo de las letras de cada palabra que éste profería. Para el N. O. la muerte es un acto de término erróneo, más o menos imposible; también ella, en el instante anterior al punto de juntura, escribe la posibilidad de un infinito. Él nunca sabrá lo que es la muerte, nunca cesará de no escribirse para él, siempre será un error de cálculo, un acto de término erróneo.

Por eso sus actos, sus malabares, sus P-ostraciones, sus
M-ostraciones, sus Ostraciones y sus Otraciones pertenecen a la lógica del conteo. Un conteo para el Otro.

El primer cuento de “El Aleph” de J.L. Borges se llama “El Inmortal”. Allí Joseph Cartaphilus se embarca en la empresa de encontrar la secreta Ciudad de Los Inmortales en la costa del río que otorga el bien de la vida perdurable. Hallan primero un pueblo, pueblo que creyeron “Trogloditas” y que luego resultó ser el pueblo de los inmortales mismos, habitado por hombres desnudos y de piel gris que comían serpientes y que no utilizaban el lenguaje. Pueblo que había comenzado la construcción de una ciudad caótica y que luego la había abandonado para sumirse en el infierno sordo de sus pensamientos. Pueblo aquel entre los se contaba a Homero.

Los inmortales no necesitaban comer, ni hablar, ni construir nada. Todo podía hacerse mañana o pasado, o tal vez nunca, todo era igual de infinito.

Entonces, si bien la muerte organiza el espacio de lo finito, también por ser ella misma imposible, introduce lo que resulta infinito.

Conclusión moebiana: Hay un infinito que escribe la posibilidad de un finito, y del cual se desprende a su vez lo infinito.

RJ

SILENCIO Claudio Cabral

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5

Silencio.
Es imposible saber que hay detrás del silencio,
saber qué hay en el silencio
De lo único que sabemos es lo que hay después del silencio…

“Seguramente está pensando en algo referente a mi persona”
O tal vez no, o tal vez no…
¿Cuánto de silencio es posible soportar?
Es asunto de cada quién… cuánto silencio soportar,
sin que angustie.

Silencio se pide muchas veces,
silencio no se puede hacer algunas otras.
¿Qué es dejar hablar al silencio?
Cuando habla el silencio, ¿qué dice?

El silencio del analista, el silencio analizante…
o cuando el superyo deja en silencio al sujeto
¡Cuánto le costaría al sujeto romper ese silencio!
¿Cuánto?

El silencio, la pausa necesaria a la música.
El silencio entre palabra y palabra.
El silencio angustiante en la noche oscura,
que un silbido puede romper.

Silencio, abstención de hablar, falta de ruido
En silencio, sin protestar.
Imponer silencio, silencio impuesto…
¿Cuánto le costaría al sujeto romper ese silencio?
¡Cuánto!
Hacer silencio, hacer callar.
Silencio, omitir una cosa, pasarla por alto.

Buscando el silencio, no se encuentra el silencio
porque no hay EL silencio…
Hay silencios, singulares, cada uno, cada vez…
No hay modo de soslayar el enigma cada vez
que un silencio hay.

ABLEHNUNG- Claudio Cabral

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Sábado 5 de Junio de 2010, Posadas, Misiones.


ABLEHNUNG
(Desautorización)

El hecho de ignorar el auditorio en que se leerían éstas reflexiones, me pone en la advertencia de no hacer de esto un dialogo conmigo mismo, ni el otro extremo: decir lo que se supone que el Otro quiere escuchar. Entre estas dos, comienzo. Y comienzo agradeciendo la riqueza que implica éste evento de encontrarnos para trabajar en psicoanálisis.
Digo que es un evento, un verdadero evento, porque es un encuentro que se produce por primera vez y no hay garantías de que se repita, aunque todos esperamos que si, pienso.

¿Cómo practicamos el psicoanálisis hoy? Es la pregunta que nos convoca.
ABLEHNUNG, dice Freud en su interrogación por lo inconsciente, que en tanto tal incluye el analista, que paga con palabras, condición necesaria para que ocurra la desautorización de lo oído, que no es una neoformación podríamos decir, sino una cierta repetición.

Si rescato la palabra desautorización es porque nos diría algo de la represión, en tanto no es lo mismo, aunque tiene que ver con ella. Tampoco es desestimar, rechazar o negar (denegar), es desautorización: ablehnung.

Suele ocurrir que en los comienzos de una formación y una práctica, como en los que estamos varios de nosotros, las preguntas giren en torno a cómo hacer o qué hacer como analistas en la dirección de una cura. Preguntas que a veces toman el tinte de cómo hacer bien o correctamente, en la dirección de una cura. En ese meollo tienen raíces mis preguntas, que me han traído a la desautorización.

Freud nos enseña lo “poco servible” del si y del no como respuesta del analizante a una intervención del analista. Aun así, suele ocurrir que nos contenta una afirmación-aceptación del analizante y nos preocupa una desautorización (ablehnung); cuando en cualquiera de las dos podría estarse jugando una resistencia. Haciendo lugar aquí, en la resistencia, al analista, en la representación reprimida y desautorizada aquí y ahora en el trabajo analítico.

Para comenzar partiré de la cita donde Freud plantea: “si comunicamos a un paciente una representación que él reprimió en su tiempo y hemos logrado colegir, ello al principio en nada modifica su estado psíquico. Sobre todo no cancela la represión ni, como quizá podría esperarse, hacen que sus consecuencias cedan por el hecho de que la representación antes inconsciente ahora devenga consciente. Al contrario, primero no se conseguirá mas que una nueva desautorización (ablehnung) de la representación reprimida”. 1

Aquí me permito una reflexión respecto a la cancelación de las consecuencias de la represión por el hecho de devenir consciente una representación, reprimida, claro. Además de poder leer aquí que ya no alcanza como meta de la cura el devenir consciente lo inconsciente; con lo que nos encontramos es con la práctica del psicoanálisis hoy. En tanto cierto saber del psicoanálisis ya es patrimonio común de muchos (patrimonio cultural, si se quiere) por lo cual casi nadie se asombra del complejo de Edipo, ni de que hay represión de ciertos componentes de la sexualidad… aun así, eso no impide las consecuencias de la represión. El problema, me parece, es que si quienes nos ponemos en el lugar del analista nos contentamos con reencontrar las formalizaciones del psicoanálisis en los dichos del analizante, (cuando no en su conducta), por ejemplo. Eso no es lo reprimido.
En lo que me quiero detener es en la desautorización, nueva desautorización dice Freud, de la representación reprimida, comunicada por el analista.

Lo que me hizo detener en ésta palabra ablehnung, que la encontré buscando otra cosa, lo que me hizo reparar en ella es el fragmento de una sesión:

De ésta joven, lo que menos puede decirse es que está comprometida con su análisis. Es decir, hay transferencia. “Lo que menos puede decirse es que está comprometida con su análisis” no es lo que quería escribir, ya que lo que quise escribir es “lo menos que puede decirse es que está comprometida con su análisis”.

Le hago lugar a los dos dichos (escritos) porque los dos son de alguna manera así: ella ha vencido varios obstáculos que amenazaban con interrumpir su análisis, como la oposición de su madre, por no haber sido convocada por el psicólogo a una entrevista, siendo que se trataba de una menor de edad. Sorteó ese obstáculo, es decir, lo menos que puede decirse es que está comprometida con su análisis.
Por lo que aquí quiero decir, salto al fragmento de la sesión del cual lo que menos puede decirse es que está comprometida con su análisis.

-(…) pienso que ese desacuerdo se lo hago saber a la profesora no respondiendo a sus preguntas, no participando en su clase… aunque generalmente mis participaciones en las clases son contadas…
-¿Contadas por quién? –
pregunta el analista.
- (
silencio) ¡Cuando digo contadas, quiero decir que son pocas!

Me parece muy importante ésta desautorización en ésta analizante, puesto que es en transferencia. Aun incluyendo que no es fácil ser escuchado a la letra, es comenzar a decir, o desautorizar al Otro con la palabra, y ya no al modo de la inhibición: “ese desacuerdo se lo hago saber a la profesora no respondiendo, no participando en su clase”…que es un modo de continuar sosteniendo al Otro… “no decir ni una palabra”…
Ahora bien, ¿Quién cuenta las participaciones del sujeto sino el superyo? La pregunta no era ingenua, devela la posición del sujeto en la repetición. Escuchada aquí como una repetición.

Continúa Freud en la cita: “pero de hecho el paciente tiene ahora la misma representación bajo una doble forma (…) posee el recuerdo consciente de la huella auditiva de la representación que le hemos comunicado, (…) y lleva en su interior el recuerdo inconsciente de lo vivenciado”2
Esto nos lleva a la representación-cosa inconsciente y a la representación-cosa mas la representación-palabra preconsciente. Quizá la pregunta ¿Contadas por quién? Apuntaba a aflojar los lazos entre representación-cosa y representación-palabra preconsciente. Lo llamativo para mi, tratándose de esta analizante, es que no asociara lo que la pregunta hacía escuchar, con lo “contada de cerca” que está su carrera universitaria por sus padres… tiempo al tiempo de comprender.
Podríamos decir entonces, que la desautorización forma parte del trabajo de escritura en un análisis. Puesto que aunque permite desautorizar la representación reprimida, permite al mismo tiempo tirar los hilos que podrían trenzar y destrenzar las posiciones del sujeto. De eso no hay garantía, pero sí la posibilidad, quizás.
Unas sesiones después dice bajo la forma del enojo: “mi madre guardó cosas en mi armario, claro, porque ahora que me traje algunas cosas a Rosario, yo tengo lugar” lugar que si cuenta para la madre, enoja. Es del sujeto. No es tanto la conducción de éste análisis lo que quiero compartir aquí, sino lo que los avatares del sujeto puesto bajo la cuenta, me hace interrogar al superyo.

Heredero del complejo de Edipo, sádico como en la melancolía. Con lo que aquí me encuentro es con ésta desautorización de quien ha dicho: mis actos son contados ¿Por quien? y no continúa. Estoy aquí tomando aquello que plantea Alain Didier-Weil en la clase del 8 de mayo de 1979, del seminario 26 “La topología y el tiempo” de Lacan.
Cito: “…localización de una dialéctica de la palabra del sujeto hablante en tanto que habitado, diría, por un cierto ritmo temporal, ritmo de tres tiempos como el vals, que exigiría finalmente que el sujeto tenga que contar hasta tres para decir una palabra (…) habría un primer superyo del cual la función sería ordenar al sujeto ‘no dirás una palabra’ un segundo superyo del cual la función sería enunciar ‘no dirás dos’ y un tercero del cual la función sería ‘no dirás tres’” 3

Sin entrar por ahora en las complicaciones de éste planteo, retengo la exigencia de contar hasta tres para decir una palabra. Entiendo aquí palabra plena. Lo que nos permite correr el acento puesto en la comunicación desautorizada del analista, para ponerlo en el trabajo psíquico que le implica al sujeto producir esa palabra. Caemos de nuevo en que ésa desautorización es parte del trabajo.

Entonces ¿Toda desautorización (ablehnung) indica en la dirección de la cura la producción de una palabra de alto voltaje psíquico? El “todo” en la pregunta mas que un intento de universalización, es un intento de trazar la diferencia entre una noción fundamental (o concepto fundamental), de un orientador en la dirección de la cura, que requiere de una lectura del analista.

Entonces esta ablehnung tiene que ver con estos tiempos del superyo; está a merced de los “no”. En tanto el superyo es la instancia paterna hecha propia, identificación mediante. Es el padre quien dice no.
Con esto pensaba anoche en la transmisión que nos hizo Néstor Destéfanis con “Dos entrevistas, un caso?” cuando el paciente hace llegar mas rápido al padre, pasar semáforos en rojo (no respetar el tiempo de la ciudad), es decir se trataría también del tiempo en que llega el “no”
El padre dice “no” en tres tiempos: no en lo real, no en lo simbólico y no en lo imaginario.
Muchas Gracias.

Claudio Cabral.
1- FREUD, Sigmund "Lo inconsciente" Obras Completas. Tomo XIV Pág. 171 Amorrortu Editores
2- Idem
3- LACAN, Jacques Seminario 26 "La topoligia y el tiempo" clase del 08/05/79 Inédito.

EDITORIAL

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Las obras maestras siempre están
escritas en una especie de lengua
extranjera.
Marcel Proust


Escribir, ya sea psicoanálisis o literatura, no es algo sencillo, y es desde hace tiempo un hecho notorio que escribir complejo resulta fácil y escribir fácil resulta complejo.
Pero a los integrantes de ágalma esta evidencia no nos desanima, y estamos dispuestos a utilizar cualquier retruécano, figura retórica o inversión dialéctica con tal de que nuestros escritos cobren matices coloridos, musicales, incluso literarios.
La escritura literaria empuja al significante hasta un abismo donde éste se precipita.
Escribamos hasta que las palabras se rompan, se ensamblen unas con otras, se disloquen y se fundan en un nuevo dialecto.
Quizás entonces la orilla, el filo que corta a las palabras dividiendo su ser de alegoría de la sustancialidad de las cosas, no sea ya un personaje siniestro.
¿Hay un forzamiento del lenguaje en la poesía? ¿La poesía despedaza el sentido, rompe los abrochamientos del signo Saussureano, perfora el círculo, quiebra la barra? ¿Acaso hay una violencia de la poesía?
No, ella tan solo da cuenta de que eso ya está violentado.
Y luego, querido co-escriba, poder al fin olvidarnos: los conceptos han sido creadios para que nadie le preste la menora tensión.


Roy Jacob

Georgina Sorda: El Acto y la Palabra

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EL ACTO Y LA PALABRA

Este no es un texto o un escrito sobre psicoanálisis, es solo una observación que he descubierto a lo largo de mi experiencia, como paciente, y que también he observado en otras personas. Contiene más interrogantes que respuestas y esta escrito solo desde el sentido común.
¿Qué es lo que tiene más efecto en el sujeto? ¿El acto, la acción en su vida cotidiana, o la palabra? ¿Por que en muchos casos discurso y acto se contraponen? ¿Que es lo que separa lo que hago de lo que digo?
¿Esto de que por ser sujetos atravesados por el lenguaje, es lo que realmente hace que la mayoría de las veces, lo que hago y lo que digo no se correspondan?
Miles de veces me he encontrado en el análisis diciendo tal o cual cosa, y cuando salgo de ahí me he encontrado muchas veces haciendo todo lo contrario. ¿Es esto una imposibilidad de sostener mi propio discurso a través de la acción? ¿Si no puedo hacer nada con esas palabras que surgen en el análisis? ¿Esto que significa?
Creo que podría significar miles de cosas diferentes, desde que en realidad, a lo mejor no estoy haciendo un buen trabajo en mi análisis; al ignorar las palabras que ahí circulan, o simplemente que esas palabras no han sido lo suficientemente elaboradas y reelaboradas como para que produzcan una acción diferente en el sujeto.
Repetir una acción una y otra vez, un síntoma una y otra vez, una inhibición una y otra vez. Repetir las mismas palabras una y otra vez, ¿es siempre repetir lo mismo? O ¿uno puede repetir diferente? Si el sujeto repite desde una posición diferente ¿es repetición de lo mismo?
Georgina Sorda

EDITORIAL

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Pensar las cuestiones del psicoanálisis como una apuesta, si la tomamos en el sentido de Pascal, implica una apuesta por el sujeto.

Sujeto que como nos enseña Lacan es efecto del significante.

En tanto tal es insoslayable una pregunta por el lenguaje y la palabra. Topos, encadenamientos en que se juega la experiencia psicoanalítica en particular, y por qué no decir, experiencia sin más.

Porque muchas veces olvidamos de qué estamos hechos, en tanto afectados por la palabra.

En esta perspectiva Nassif lo dice que un modo muy claro en “Un buen casamiento” cuando plantea que en la experiencia psicoanalítica se puede decir cualquier cosa (es una regla fundamental, entiendo) pero no se puede hacer cualquier cosa. O al menos es necesario pensar qué se hace allí, en un segundo tiempo podríamos decir, siguiendo en esto a Lacan, cuando plantea que el analista es al menos dos…

Freud nos ha mostrado muchas veces a lo largo de sus textos una gran honestidad intelectual, que es una invitación muy interesante para cuando nos ponemos a trabajar, es decir, a pensar modos posibles de intervención, intervenciones hechas o por hacer, en un psicoanálisis clásico (por decirlo de alguna manera, es decir que cuente con todos los componentes necesarios y suficientes que configurarían un análisis ) o cuando pensamos una practica con el psicoanálisis sin que necesariamente esa practica sea la de un análisis. De ahí lo de la propuesta en las primeras líneas de por qué no pensar en una experiencia sin mas…


En todo esto tal vez se va dibujando una pregunta: ¿Cómo se juega la Ética del psicoanálisis en el trabajo de elaboración de un analista entre otros analistas, o entre otros que no se dicen analistas? O para poder decir de otro modo la pregunta ¿Cuál es el juicio sobre nuestra acción que se pone en juego cuando pensamos con el psicoanálisis, o en psicoanálisis?

(Reflexiones inspiradas en el trabajo de lectura del domingo 14/03/10 con Leo, Roy y Sofía).

Claudio Cabral

Lilian Estigarribia

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"Yo que ni se quien soy (construcción de una analista en colectivo)"
Yo que ni sé quien soy, paro el colectivo después de esperarlo 20 minutos, subo dejando atrás algo, busco un asiento y me desplomo, una hora y media de viaje me esperan, suspiro y de paso bostezo, no me cuesta nada, las 22.25 hs me dice mi reloj, apoyo la cabeza contra el vidrio y comienzan a aparecer muy despacio palabras, frases, frases eternas cristalizadas, cansadas, viejas, se asoman también repeticiones abundantes, presentes, rozagantes llenas de vida o de muerte, vueltas por el mismo lugar una y otra vez y otra y otra, por momentos se turnan y van reclamando mi atención, seis pacientes que se niegan a quedarse en el consultorio, restos que acepto como compañía. Yo que ni sé quien soy sigo escuchando, “Tengo que confesarle algo – dice- no se lo puedo ocultar” y suelta, deja salir una bocanada de palabras oscuras, densas, pesadas, como un humo negro invaden el consultorio, yo impávida, aparentemente, no digo nada, continúa: “Cuando salgo de aquí siento 10 kg. Menos” me pongo contenta, pero no me dura mucho, pienso: bueno, se confesó y sintió alivio, me pregunto en que lugar me puso, me pregunto si solo busca aliviarse si es posible otro trabajo ahí, me persigue esa confesión, pero bueno algo de esa culpa tan implacable comenzó a moverse, a salir de a poquito, mmm, no me convence, pienso en mi paciencia en dar tiempo en darme tiempos, el cole atraviesa otro pueblo ya un poco desierto bajan algunos, suben otros, arranca continúo pegada a la ventanilla, yo que ni se quien soy me veo sentada en el consultorio, me veo estando ahí sin estar, me veo como alguien que no tengo idea quien es, me veo como esa madre, como ese padre, como ese rasgo, ese rastro lo sigo cuando puedo, me detengo, me detienen, parece que no es por acá, me escucho decir e irrumpe: “Tu mamá , tu abuela – me corrijo. Uhhhh, sigo hablando, lo paso por alto, no lo marco, me persigue, ella habla y dice: “mi mamá, perdón mi abuela”- dice. Y se hace la luz, empiezo a escuchar, marco los lapsus sin entender bien por que, sigue: “yo a los 8 años me hice cargo de mis 3 hermanitos porque mi mamá estaba muy deprimida, mi papá y yo nos encargábamos de que todo siga funcionando en la casa” fueron necesarios dos lapsus para ir construyendo algo, lapsus de su inconsciente?, del mío?, propiciado por el análisis?. Y mis preguntas van construyendo, una analista? Un analizante? Un análisis?. No aparecen las respuestas, será un viaje solo de preguntas, y yo que ni sé quien soy intervengo, con seguridad algunas veces cuando irrumpe, cuando sale sin que sepa por que, pero si yo no diría eso, tampoco se me había cruzado, otras no: “¿y usted doctora, tiene hijos?- pregunta. Ehhhhh, pienso, tengo? No tengo? No me acuerdo?Que digo? No tengo que responder, me digo, Ehhh, pasa el tiempo, mas o menos?, me rindo, “no”-contesto. “Ahhhh, dice como confirmando su sospecha” yo me castigo, pero si no tenía que responder, me castigo, después cedo, en psicoanálsis no existen fórmulas, me voy aflojando, y me pregunto porque me vi obligada a responder, me tranquilizo, porqué me lo preguntó, ya ni me acuerdo, que raro. Comienzan a dibujarse unas luces, muy chiquitas, falta poco para llegar, de a poco van apareciendo menos palabras, menos dudas, menos preguntas, me alejo, las calles están mojadas y una leve llovizna persiste, otra realidad me abre los brazos, yo me entrego, me preparo para bajar, busco una roti en el camino, ya llegaré a mi casa, este trabajo seguirá, en otro momento, en otro lugar…