EL HOSPITAL Y UNA DECISION DE HACER LUGAR AL DOLOR (de existir) por Claudio Cabral

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El hospital y una decisión de hacer lugar al dolor (de existir) 1

Buenos días. En primer lugar quiero agradecer a los organizadores de éstas Jornadas por el espacio que nos han brindado para poder presentar ante ustedes, nuestro trabajo. Que no intenta ser una enseñanza, sino que se propone como una transmisión, como un intento de hacer pasar para ustedes, algo de nuestra practica, aquí en el Hospital Provincial.

Antes de comenzar con mi trabajo, quiero aclarar que con respecto al trabajo que mi compañera acaba de exponer, me referí a la “sonrisa boluda del ángel” como algo que dice de la escucha de Natalia respecto a su paciente, por poder ponerle ese nombre de “ángel” al caso, cuando el sujeto se encuentra ahí bajo esos significantes meduzantes, petrificantes…

Bueno, comienzo:

Cuando un paciente se acerca a pedir un turno a un psicólogo, cuando recurre a un profesional, es porque “algo” viene a buscar. Viene a buscar algo que tal vez no sabe qué es. Pero viene. Ya sea que esto nos ocurra en el consultorio privado, o como en nuestro caso, en una institución pública, como nuestro Hospital Provincial.
El hecho de que sea en este hospital y no en otro, que pide un turno, ya supone una elección por parte del paciente, una elección por el hospital en si, ya que no sabe muchas veces, hasta después que le dan el turno, el nombre, por ejemplo, del profesional que lo va a escuchar.

Esto nos pone frente a una problemática a pensar y a tener siempre presente, que es: el lugar que puede tener la escucha de un psicólogo en el hospital. ¿Cuál es el lugar y la función del psicólogo y del servicio de psicología en el hospital?
Podríamos pensar ahí varios matices: uno, que es algo diferente que el resto de los servicios que existen en el hospital. Si no ofreciera algo diferente no habría razón para que existiera. Jugando con las palabras, podríamos decir que el servicio de psicología es lo que no es dermatología, es lo que no es enfermería, es lo que no es psiquiatría, es lo que no es toxicología, etc. Sin embargo aun existiendo éstas diferencias, no deja de ser necesario un lazo, un vínculo con los demás servicios que hacen a la institución que es el Hospital Provincial.

Esta diferencia que marca el servicio de psicología no es algo abstracto, ni esta en el aire, sino que está en los hechos, es decir, en las palabras, en los dichos. Entonces de esa manera el servicio de psicología es soporte de lo que llaman “transferencia a la institución”, que es lo que mencionamos con la elección del hospital en si. A nosotros, psicólogos, nos toca dirigir y soportar el paso de la transferencia a la institución a la transferencia al nombre propio del psicólogo. Pasaje que requiere todo un trabajo en tratamiento.

Volviendo a la diferencia entre el servicio de psicología y los demás servicios, y situando esta diferencia en los hechos del decir, vamos a pensar un episodio en que un paciente irrumpe en el servicio de psicología diciendo:
-vengo a que me atienda una psicóloga
-¿Te acordas el nombre de tu psicóloga? ¬_le pregunto_
-Una psicóloga cualquiera. Es la primera vez que vengo.
-¿Te atendiste antes en otro servicio de éste hospital?
-si, en traumatología.
-¿Cómo hiciste para que te atiendan en traumatología?
-saque un turno en ventanilla y después me atendieron.
-Bueno, acá es igual que para traumatología. En ventanilla podes sacar un turno y te vamos a atender.

Antes de utilizar este pequeño episodio, conviene aclarar que no escuche una urgencia en este paciente, por lo que me permití indicarle que puede sacar un turno y esperar a ser atendido.
En este episodio hay muchas cosas a tener en cuenta. Me voy a limitar a marcar la diferencia en la que vengo insistiendo. Ya que esta persona en supuestos y en hechos hace una diferencia entre un servicio y otro ¿Por qué en el servicio de psicología lo íbamos a atender sin que saque turno antes? Si en traumatología saco turno. En psicología también hay reglas institucionales, encuadres y pasos a seguir como en todo el hospital.
Sin embargo es otra cosa, suponemos, lo que ha captado el paciente. Podemos suponer que irrumpir sin turno a pedir atención va más allá de un simple desconocimiento de las normas burocráticas de la institución. Porque no irrumpió sin turno en cualquier servicio, sino en Psicología; y esto, muy precisamente esto, es lo que ofrece el servicio de psicología: un supuesto-aloje-diferente. Hay un supuesto de que aloja diferente, y ese supuesto produce efectos como el hecho de la irrupción de éste paciente.
Es decir, es un servicio entre otros, que mantiene lazos con estos servicios, pero es diferente a los otros, en tanto aloja diferente ¿Qué es lo que aloja diferente? El dolor (de existir). Se supone que dentro del hospital, el psicólogo va a poder decir algo diferente sobre ese dolor (de existir) ese sufrimiento que padece el paciente.
Y lo que se busca, lo que se pide en psicología es un abordaje distinto al medico, al orgánico. Si los análisis de sangre dan bien, los estudios médicos dan bien, debe ser otra cosa, que vaya al psicólogo! (risas en la sala)
Entonces el paciente, o la paciente vienen y comienza a hablar. Una y otra vez, sesión tras sesión, semana tras semana. Habla. En el hospital con el psicólogo. Y el psicólogo se va dejando tomar por lo que escucha, es afectado por lo que escucha. Y es afectado al modo de los avatares del comienzo de un tratamiento, por ejemplo, como el que voy a comentar a continuación…
En la residencia de pregrado hacía lo que se llama entrevistas de ingreso, que consistían en algunas entrevistas con el paciente: debido a que al hospital suelen concurrir personas atravesadas por diversas problemáticas graves como adicción, intentos de suicidios, violencia familiar y todo eso. En las entrevistas de ingreso se decide si el caso es de urgente atención o puede esperar. De allí también la importancia del lazo con los demás servicios, por si fuera necesario un trabajo en equipo guiado por un ideal interdisciplinario, ya que a veces los pacientes vienen derivados de otros servicios. Podría ocurrir también la interconsulta, que es otra cosa que la derivación.

Bueno, resulta que entre la primera y la tercera entrevista de ingreso con una paciente, me recibo de psicólogo y quedo legalmente autorizado para tomarla en tratamiento. Tratamiento que aun hoy se sostiene.
En esos momentos, entre el acto de recibirme y el acto de decidir dejarme tomar por ésta paciente como su psicólogo fui respondiendo a sus preguntas casi por inercia: sos joven, ¿Qué edad tenes? Tengo 24. ¿Ya estas recibido o sos estudiante? Me recibo el martes… etc. Etc.
Fui configurando para ella un joven, recién comenzando, casi sin experiencia, alguien a quien podría manipular más fácil que a un profesional mas experimentado…y así controlar mi quehacer…es decir: un hijo. Y la transferencia no es ninguna otra cosa más que eso: me ha tomado por su hijo. No es este el lugar para mostrar las razones de ésta afirmación. Lo traigo solo para mostrar el modo diferente en que se hace lugar al dolor en el servicio de psicología.

En otro caso puedo marcar cómo eso diferente que diría un psicólogo sobre el sufrimiento de un paciente, una respuesta que tal vez el paciente no esperaba, puede hacer trastabillar su tranquilidad.
Pienso en una paciente que sacó turno, pero para su hija. Siempre lleva sus hijos a los médicos, al nutricionista, les hace hacer análisis de sangre, iba de acá para allá con sus hijas y las mayor de las veces los resultados de los exámenes era buenos. No tenían nada… ¡las hijas! (risas en la sala).
Durante la primera entrevista con esta madre, en un momento dice: yo hago todo por mis hijos, los llevo al médico, voy a las reuniones de la escuela, quiero que sientan que la madre está. No como yo que nunca tuve a mis padres, nunca tuve una muestra de afecto de ellos…
Y comienza todo un relato de su infancia y de los reproches a sus padres. Le hago escuchar que ella merece tener un lugar donde trabajar todas esas cuestiones, ya que no es poca cosa que todavía sufre por eso. Dice que no quiere venir, que no le dé un turno para ella. Le marco que cuando se trata de sus hijos no escatima en consultas, viajes y tiempo, pero cuando se trata de darle lugar a sus asuntos, a sus cosas, da un paso atrás.
Reconoce entre lágrimas, que siempre es así. Que no entiende por qué siempre da todo para los demás y nunca piensa en ella. Ahí decido cortar la entrevista y accede a comenzar un tratamiento con un colega.

Lo que quise transmitir, para ustedes, es nuestro modo de hacerle lugar al dolor. Modo de hacer, que no excluye un permanente dialogo e intercambio con los demás profesionales de nuestro hospital; haciendo de éstas jornadas un tiempo y un espacio fecundo para intercambiar y pensar.



Ps. Claudio S. Cabral





Nota:
1-En el 2008 el servicio de psicología del Hospital Provincial, lanzó una invitación a todos los profesionales que sosteníamos una práctica allí, a participar en las Jornadas de los inicios de la práctica en el Hospital General.
Para dichas jornadas, escribí un trabajo que se llama “El Hospital y la decisión por el psicoanálisis”. Tanto el título como mucho del contenido de ese trabajo fueron cambiados y modificados por las autoridades del Servicio de Psicología. Tanto, que tuve que reescribir el texto y tratar de hacer pasar mis ideas y el producto de mi trabajo a pesar de las censuras. Por ejemplo, no querían que en el título apareciera la palabra psicoanálisis y ellos la reemplazaron por “hacer lugar al dolor” y para recuperar algo de la enunciación del titulo original le agregué entre paréntesis para denunciar la censura “de existir”. Ese trabajo concierne a lo largo de todo el trabajo, tanto es así que finalmente quedaron dos textos: el original, y el que tuve que producir a partir de la censura por parte de los organizadores de las Jornadas.
El original se llama “El hospital y una decisión por el psicoanálisis”, texto censurado y de cuya censura produje “El hospital y una decisión de hacer lugar al dolor (de existir)”