Roy Jacob: La Fobia de Pascal

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La fobia de Pascal
Tres modos opuestos a la dialéctica de Hegel

Roy L. Jacob

“Dios asecha en los intervalos”
J. L. Borges

Desde la portada de la impresión inédita del doceavo seminario de Jacques Lacan esperaba el título (“problemas cruciales…” ) a que yo pusiera en marcha el rotor del deseo. Nada de eso pasa ni pasará jamás, pero uno ensaya, es decir golpea las ideas y los conceptos hasta que éstos ruedan, se estrechan, se funden, se enemistan o desparecen.
Entonces un acercamiento, un terreno firme: el diccionario, ese enemigo burócrata que nos deja siempre con la amarga sensación de lo todo dicho- All is nothing.
Cruciales: momento decisivo en que se cruzan tendencias antagónicas que pueden determinar el curso o la transformación de algo.
Tendencias antagónicas.
Problemas que determinan el curso del psicoanálisis.
Así una hipótesis tentativa asoma entre innumerables atajos y desvíos que se cierran en silencios: “Problemas cruciales para el psicoanálisis tratados mediante una figura topológica: la Banda de Moebius”.
Ésta superficie, como bien es sabido, solo tiene una cara y un borde.
Pascal trata las antinomias con un mecanismo similar, externo a la dialéctica hegeliana que solo sabe de antítesis, de síntesis y de tesis. El horror de Pascal, que llegaba hasta el pánico, era por las parejas.
La Banda de Moebius trae la posibilidad de un tratamiento de los contrarios (ya no tan contrarios):
El avaro y el generoso.
El loco y el no-loco
Dios y sus siervos.
Todos puestos a girar como hormigas en ese anillo. Y que Hegel se trague sus síntesis. Nada nuevo va a salir de ésta maquinaria infernal. Nada similar a un generavaroso, a un loconoloco a una psicosociobiología. Nada de eso. Van a seguir girando como quién no quiere la cosa, como quién ni se da cuenta que ha llegado al mismo lugar, pero boca abajo.
Tratemos, entonces, a las ideas en la Banda de Moebius, puesto que somos demasiado materialistas como para que la botella de Klein no chorree por todas partes. Quizás la orilla, el filo donde se derraman las palabras, dividiendo su ser de alegoría de la substancialidad de las cosas, sea solo al modo de una hipérbola.
Locura hiperbólica.
Mientras tanto contentémonos con esa cinta hecha un rulo (o si se prefiere ese toro al cual se le hacen una serie de incisiones)
Tres modos, entonces, de pensar seis pasos para un vuelo. Nada más.

Primer Modo: El sentido y el sin sentido.

Sin color, verde, ideas, sueño, dormir furiosamente. Tal es la construcción a la cual Chomsky le supone un sin-sentido.
Que la cadena significante “Colorless green ideas sleep furiously” aparezca ante sus ojos como un sin-sentido responde a la concepción tradicional que éste tiene del lenguaje: un órgano genético, un órgano concebido como una herramienta.
Para Chomsky aunque la frase se gramaticalmente correcta, carece de sentido, no sirve como herramienta.
Este es el dilema.
“Vidente no vidente”, “cuadrado redondo” no son contradicciones. Sentido y sin-sentido giran sobre la Banda.
La frase “Colorless green ideas sleep furiously” es gramatical en tanto que el adjetivo antecede al sustantivo. Por más que se la vuelva un palíndromo, las ideas discurren por el centro y la relación del epíteto[1] (colorless-furiously) con las palabras green y sleep hacen que éstas se sustantivicen. Es decir que un epíteto puede sustantivizar al adjetivo que le sigue inmediatamente: un sueño furioso, un descolorido verdor.[2]
En esto Lacan encuentra la significación “… un sueño acompañado de algún furor ¿no es eso lo que nos ocurre todos los días? (…) ¿Qué es el inconciente si no son justamente las ideas, los pensamientos de verdor extenuado?
Una cadena significante genera una significación, un sentido y un sin-sentido. Incluso la ramificación de estos sentidos y sin-sentidos puede alcanzar el infinito: se puede hacer decir a una frase todo lo que se quiera.

Segundo modo: La verdad y sus contrapuntos.

Parafraseando a Borges podemos decir que la verdad asecha en los intervalos. Verdad única para cada Uno. Esa verdad pronta a insertarse en un saber o a ser pateada hasta la muerte por éste, descuartizada por caballos que tiran de los brazos y piernas en direcciones contrarias para arrojar luego el tronco a la hoguera.
Verdad rostizada de Giordano Bruno.
Verdad que vuelve en cualquier dicho, por nimio que parezca.
Esa verdad es y no es.
Si tiene estructura de hipérbola, me animo a decir, es porque ficciona.
Entonces toda verdad es en cierto sentido y es en cierto sin sentido. Toda verdad tiene su envés, éste la traiciona. “La verdad está en decir sobre el sexo y es por ello que es imposible”[3]






Tercer Modo: El Juego y lo serio.


¿Quiénes juegan? Los niños casi siempre, los ludópatas incansablemente, y nosotros casi nunca.
Pero en el niño el juego se configura de una manera particular. No es que para el niño el mundo se resuelva en el juego: el mundo es el juego.
Juegan a que son grandes, pero ser grande es asunto serio.
Es en ese circo tamizado a su gusto donde se dibuja un poder hacer con eso que invade desde la escena parental en forma de real imposible: el sexo.
El juego es ese fantasma vuelto inocuo, vuelto poco serio, vuelto inofensivo, que apantalla al niño contra la otra escena (parental). Paraguas para lo imposible, lo que no cesa de no escribirse.
Esto es serio ¿Qué trae a un niño a análisis? Bueno, pues que aquello que él hace “en juego” sea sancionado por los padres como “en serio”, y así queda el juego caduco, rota la apuesta que instituye al sujeto como dividido, puesto en primer plano el fantasma parental.
Nada más moebiano, para finalizar, que el aforismo de Nietzsche “Madurez del varón: significa haber encontrado la seriedad que de niño se tenía al jugar”[4]












Bibliografía

Borges, Jorge Luis. “La esfera de Pascal”. Otras inquisiciones. Emecé editores. 1995
Borges, Jorge Luis. “Pascal”. Otras inquisiciones. Emecé editores. 1995
Lacan, Jaques. “Problemas cruciales para el psicoanálisis”. Inédito.
Vasallo, Sara. “Lectura de una lógica del goce en Pascal”. Conferencia.







[1] Adjetivo cuyo fin es caracterizar al nombre.
[2] Este modo de operatoria resulta muy gráfico en el ejemplo de la dama que protesta contra sus gastos mediante la frase “elegancias costosas”.

[3] Lacan, J. “Problemas cruciales para el psicoanálisis”. Inédito.
[4] Nietzsche, F. “Más allá del bien y del mal” aforismo 94.

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