Neurosis Obsesiva entre finito e infinito - Roy Jacob

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después de todo
la muerte es sólo un síntoma
de que hubo vida

Mario benedetti


En el reino de éste todo menos uno, el infinito de posibilidades solo se hace finito con la muerte. (Leonardo Basán)

La muerte es lo que barra el conteo y permite un limite, organiza y posibilita lo finito, y con esto la contingencia y la diferencia. Aquí el obsesivo desespera, se vuelve un buen contador, creyendo que así podría no ser finito, para demostrar que entre el uno y el dos habita el universo.

La hipótesis de que “el infinito de posibilidades solo se hace finito con la muerte” se vuelve reversible para él: “lo finito se vuelve infinito con la muerte”.

Un paciente refería que en cada diálogo con su interlocutor realizaba un conteo de las letras de cada palabra que éste profería. Para el N. O. la muerte es un acto de término erróneo, más o menos imposible; también ella, en el instante anterior al punto de juntura, escribe la posibilidad de un infinito. Él nunca sabrá lo que es la muerte, nunca cesará de no escribirse para él, siempre será un error de cálculo, un acto de término erróneo.

Por eso sus actos, sus malabares, sus P-ostraciones, sus
M-ostraciones, sus Ostraciones y sus Otraciones pertenecen a la lógica del conteo. Un conteo para el Otro.

El primer cuento de “El Aleph” de J.L. Borges se llama “El Inmortal”. Allí Joseph Cartaphilus se embarca en la empresa de encontrar la secreta Ciudad de Los Inmortales en la costa del río que otorga el bien de la vida perdurable. Hallan primero un pueblo, pueblo que creyeron “Trogloditas” y que luego resultó ser el pueblo de los inmortales mismos, habitado por hombres desnudos y de piel gris que comían serpientes y que no utilizaban el lenguaje. Pueblo que había comenzado la construcción de una ciudad caótica y que luego la había abandonado para sumirse en el infierno sordo de sus pensamientos. Pueblo aquel entre los se contaba a Homero.

Los inmortales no necesitaban comer, ni hablar, ni construir nada. Todo podía hacerse mañana o pasado, o tal vez nunca, todo era igual de infinito.

Entonces, si bien la muerte organiza el espacio de lo finito, también por ser ella misma imposible, introduce lo que resulta infinito.

Conclusión moebiana: Hay un infinito que escribe la posibilidad de un finito, y del cual se desprende a su vez lo infinito.

RJ